Durante las últimas décadas, un grave cáncer facial ha reducido de manera considerable las poblaciones de demonios de Tasmania.
Se trata de una enfermedad contagiosa, que es transmitida de animal en animal debido a la costumbre que tiene esta especie de morderse la cara mientras se enfrentan por comida o antes de aparearse.
De acuerdo con distintos autores, este cáncer llegó a aniquilar el 80 por ciento de la población del marsupial y, por lo mismo, se ha llegado a pensar que la extinción era un asunto inevitable.
Sin embargo, en la actualidad un nuevo estudio sugiere que cada demonio infectado transmite células tumorales a uno o menos individuos, lo que podría significar que, con el tiempo, la enfermedad podría desaparecer.
Es posible, según los expertos, que cambios en el comportamiento del animal, así como la aparición de células tumorales menos virulentas, podrían estar mermando la propagación del cáncer.
Si hace algunos años se pensaba que la desaparición del demonio de Tasmania estaba cerca, hoy esa creencia ha cambiado por completo.
De hecho, las poblaciones de esta especie se mantienen, y es probable que en algunas zonas afectadas por la enfermedad el número de individuos comience a recuperarse.
Austin Patton, investigador de la Universidad Estatal de Washington, cree que la enfermedad tumoral facial del demonio de Tasmania (DFTD) se está volviendo endémica de esta especie y está exhibiendo un patrón de disminución de la tasa de transmisión.
Él cree que es posible que la enfermedad termine extinguiéndose o pueda coexistir en algunas poblaciones de este animal.
«De cualquier manera, la extinción del demonio de Tasmania es poco probable», asegura Patton.