Como un inesperado homenaje póstumo al desaparecido Observatorio de Arecibo se podría definir la miniserie de docuficción británica Mundos alienígenas (Alien Worlds) estrenada por Netflix.
Narrada por la actriz británica Sophie Okonedo, la miniserie de cuatro capítulos combina la realidad con la ficción para conceptualizar cómo sería la vida extraterrestre si las leyes de la vida en la Tierra rigieran en el resto de la galaxia.
La producción muestra cómo se habrían desarrollado distintas formas de vida en los planetas ficticios de Atlas, Janus, Eden y Terra, cada uno con características particulares de gravedad, atmósfera o temperatura.
Mundos alienígenas ofrece un vistazo a las formas de vida menos evolucionadas, algunas antropomorfas, hasta una civilización hiperavanzada que encabeza una colonización de otros mundos.
La especulación se conjuga con entrevistas a científicos, astrónomos, astrofísicos y biólogos, quienes hipotetizan cómo podría evolucionar la vida en otros planetas a través de sus observaciones en la Tierra.
El trabajo también hace un recorrido por distintos lugares de la Tierra, como los bosques de Trinidad, Tanzania y Colombia, ríos de Estados Unidos y el Cráter de Dallol de Etiopía, el lugar más inhóspito del planeta.
Despedida de Arecibo
Y sin proponérselo, también entrega las últimas imágenes del Observatorio de Arecibo, que colapsó el 3 diciembre de 2020, justo un día después del estreno del documental.
En el cuarto y último capítulo, la estructura de 500 toneladas, junto a su disco de 305 metros de diámetro, se presentan en todo su esplendor.
A través de distintas tomas, es posible apreciar la magnitud del radiotelescopio inaugurado en 1963 y que alguna vez fue el más grande del planeta.
Además, se destaca el papel clave que hubiera tenido este observatorio en la búsqueda de vida en otros planetas si se hubiese continuado el trabajo iniciado en 1974, con el Mensaje de Arecibo por Frank Drake y Carl Sagan.
A través de pulsos magnéticos, el mensaje contiene información sobre las características de la humanidad, cuántos somos, una representación del Sistema Solar y del propio radiotelescopio, entre otros.
Las imágenes de Arecibo están acompañadas de una entrevista a Doug Vakoch, un astrobiólogo estadounidense que buscaba convencer de usar las instalaciones del radiotelescopio para enviar más mensajes, como el de 1974.
«[Si se hubiese hecho más de una vez] tal vez tendríamos respuesta de algunas de ellas, pero estamos en la oscuridad”, lamenta.