Es muy fácil entusiasmarse con los avances masivos en inteligencia artificial que han llevado a avances en la tecnología de reconocimiento facial.
Sin embargo, para algunas personas el reconocimiento facial no evoca pensamientos acerca de lo sorprendente que es la ciencia de la computación tanto como los temores sobre su capacidad de entrometerse en nuestras vidas.
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Esta segunda reacción es el pensamiento que se esconde detrás de HyperFace Camouflage, un proyecto creado por el artista y tecnólogo berlinés Adam Harvey.
¿El objetivo? Crear patrones de impresión no convencionales para la ropa, capaces de confundir a las computadoras. Estos patrones parecen tener ojos, bocas y otros rasgos faciales diseñados para causar más de un dolor de cabeza a la inteligencia artificial (IA).
«Estoy aprovechando una preferencia algorítmica y presentándola de una manera que parezca menos una cara de una persona y más como una cara de un sistema de visión computarizada», dijo Harvey a Digital Trends.
«El resultado previsto es que puedas engañar a un sistema de reconocimiento facial capturando la región de una imagen que no contenga tu cara real. Esto no te hace invisible, pero permite trabajar en situaciones muy específicas», añade.
Con el proyecto aún en desarrollo, no está del todo claro lo que esas «situaciones específicas» pueden ser, pero dado que el reconocimiento facial se utiliza para todo, desde los sistemas de seguridad a la publicidad dirigida, no hay duda de que hay muchos casos en los que se podría trabajar.
El proyecto fue presentado por primera vez en el evento organizado por el Chaos Computer Club de Hamburgo, Alemania, a finales del año pasado, y su impresión en textil se pondrá en marcha en el Festival de Cine de Sundance el 16 de enero.
Harvey espera que el proyecto ayude a aumentar la concienciación sobre lo potencialmente espeluznante que puede ser una tecnología que jugará un papel creciente en nuestras vidas en los próximos años.
«Los rostros de las personas son vulnerables a la vigilancia de una manera diferente a la comunicación digital», dijo. «Las caras son expresivas ya veces reveladoras. Nunca ha habido un momento en la historia en el que se hayan podido analizar millones de caras en un segundo sin nunca decirle a alguien por qué o lo que usted está mirando específicamente. Pero, a menudo, su cara se utiliza para fines de marketing o incluso en estudios de investigación sin su conocimiento o consentimiento… La maldición de este estatus de celebridad en internet es que inevitablemente puedes acabar en la base de datos de alguien. Aquí podemos ver las raíces de la polarización de la inteligencia artificial y ver como esta ‘celebridad’ moldea el futuro sobre cómo las caras son entendidas, o no, por las máquinas”, concluye.