Una de las fantasías o pesadillas de la humanidad, es que llegue un punto en que no seamos capaces de distinguir entre los humanos y los robots, y que estos últimos tengan un aspecto tan similar que incluso sus tejidos vivos.
El nuevo trabajo, publicado en la revista Cell Reports Physical Science podría ir en ese rumbo.
La hipótesis planteada por investigadores de la Universidad de Tokio y Harvard es ¿Cómo se uniría una superficie de tejido vivo de este tipo, cualesquiera que sean sus ventajas y desventajas, a la base mecánica de la extremidad o «cara» de un robot?.
Los científicos querían probar si podían crear una versión de esto que permitiera que la piel viva se adhiriera estrechamente a un sustrato artificial y también se manipulara en varias direcciones sin desgarrarse o distorsionarse involuntariamente.
El equivalente de piel, es un modelo de piel viva compuesto por células y matriz extracelular, posee el potencial de ser un material de cobertura ideal para los robots debido a sus funcionalidades biológicas.
El resultado:
La piel cultivada, como ellos dicen, puede curarse a sí misma, llevar sensores biológicos como los nuestros para proporcionar un tacto sensible, y también podría tener beneficios en contextos médicos o de interacción humana.