Cada vez es más claro que un caso grave de COVID-19 puede tener efectos duraderos en el cerebro. Junto con ellos, hay déficits cognitivos persistentes informados por pacientes con COVID-19 prolongado, los cuales duran meses después de una infección inicial.
En ese contexto, un grupo de investigadores de la Universidad de Oxford se propuso estudiar los impactos cognitivos en pacientes con COVID-19 asintomáticos y moderados que no informaron síntomas de COVID-19 prolongado.
Los resultados del estudio, el cual fue publicado en la revista Brain Communications, revelaron que se pueden observar déficits menores en la atención y la memoria hasta seis meses después de una infección leve de COVID-19.
Para el estudio se reclutaron más de 150 personas, de los cuales 60 informaron un caso leve de COVID-19 confirmado por PCR hasta nueve meses antes. El grupo completó 12 pruebas en línea diseñadas para medir una variedad de funciones cognitivas, desde la atención sostenida y el razonamiento semántico hasta la rotación mental y la atención visual espacial.
“De manera alentadora, los sobrevivientes de COVID-19 se desempeñaron bien en la mayoría de las habilidades evaluadas, incluyendo la memoria de trabajo, la función ejecutiva, la planificación y la rotación mental. Sin embargo, mostraron una memoria episódica significativamente peor (hasta seis meses después de la infección) y una mayor disminución en la vigilancia con el tiempo dedicado a la tarea (hasta nueve meses)”.
La tarea de vigilancia se utiliza para evaluar la rapidez con la que una persona se fatiga durante un ejercicio cognitivo que exige una atención constante. En comparación con un grupo de control, los pacientes con COVID-19 mostraron una rápida disminución en la precisión de la tarea después de unos cuatro minutos de concentración.
Sijia Zhao, autor del nuevo estudio, dijo que fue sorpresivo ver estos déficits cognitivos menores en los sujetos recuperados de COVID-19, porque ninguno del grupo reportaba subjetivamente algún problema neurológico.
“Lo sorprendente es que, aunque nuestros sobrevivientes de COVID-19 no sintieron más síntomas en el momento de la prueba, mostraron una atención y memoria degradadas. Nuestros hallazgos revelan que las personas pueden experimentar algunas consecuencias cognitivas crónicas durante meses”, dijo Zhao.
No se sabe con exactitud qué podría causar estas deficiencias específicas tantos meses después de una infección inicial, pero los investigadores plantean la hipótesis de que el virus puede estar causando una variedad de cambios inmunológicos y microvasculares en el cerebro.
La buena noticia es que, como explicó Masud Husain, coautor del estudio, estos posibles problemas cognitivos, por lo visto, desaparecen entre seis y nueve meses después de la infección inicial.
“Todavía no comprendemos los mecanismos que causan estos déficits cognitivos, pero es muy alentador ver que la atención y la memoria vuelvan en gran medida a la normalidad en la mayoría de las personas que evaluamos entre seis y nueve meses después de la infección, quienes demostraron una buena recuperación con el tiempo”, afirmó Husain.
Por otro lado, Stephen Burgess, investigador de la Universidad de Cambridge que no participó en el nuevo estudio, señaló una serie de limitaciones sobre la investigación. Mencionó que la falta de aleatorización y cegamiento significa que las diferencias detectadas entre los grupos con y sin COVID-19 deben interpretarse con cautela. No obstante, sí indica que los hallazgos son impresionantes y dignos de una mayor investigación.
“Las diferencias entre los grupos con COVID-19 y sin COVID-19, en términos de varias medidas específicas de capacidad cognitiva observadas en este estudio, fueron impresionantes, particularmente en términos de tareas de memoria retrasadas y la capacidad de realizar trabajos con precisión cuando se está fatigado”, dijo Burgess.
“A pesar de las limitaciones de la investigación no aleatoria, parece poco probable que estos resultados puedan explicarse por diferencias sistemáticas entre los grupos no relacionados con la infección por COVID”, agregó el investigador externo.
El nuevo estudio concluye que es plausible suponer que los déficits cognitivos menores transitorios serían evidentes después de los casos leves de COVID-19. Si se considera que estudios anteriores han indicado que la gravedad de los síntomas en el momento de la infección está relacionada con la gravedad de los problemas neurológicos persistentes, no sorprende que los casos leves de COVID-19 puedan mostrar signos menores de los mismos problemas detectados en los casos graves.
“Así como la enfermedad aguda de COVID-19 demuestra un amplio espectro de gravedad, desde formas asintomáticas hasta formas fatales, nuestros hallazgos muestran que los déficits cognitivos posteriores al COVID-19 también pueden manifestar un amplio espectro de gravedad. Destacan una necesidad apremiante de medir el rendimiento cognitivo de manera objetiva para comprender mejor cómo el COVID-19 afecta al cerebro”, cierra el estudio.