Un grupo de científicos propuso en 1875 que las concentraciones de dióxido de carbono podrían ayudar a determinar el grado de ventilación de un espacio interior. Así, cuanto más CO2 hubiera, más estancado estaría el aire.
Esta idea ha resurgido a propósito de la pandemia del coronavirus, en especial porque cada vez hay más pruebas de que la transmisión del COVID-19 se produce a través de aerosoles que, sin una buena ventilación, pueden permanecer en el aire durante minutos u horas.
Por lo mismo, a raíz del interés de las autoridades de varios países, los investigadores se preguntan si podrían medir el CO2 para determinar qué tan seguro es un espacio interior.
Varios factores
Ahora, los investigadores determinaron que el riesgo va a depender de una serie de factores, como el número de ocupantes de una habitación, el porcentaje de los que llevan mascarilla y la probabilidad de que participen en actividades que propagan el virus con mayor facilidad, como hablar o cantar.
Según ellos, no existiría un único rango de CO2 seguro para la transmisión del COVID-19.
De cualquier manera, los científicos creen que la medición del CO2 podría ayudar a los funcionarios de salud pública a estimar fácilmente la probabilidad de transmisión en una serie de espacios interiores compartidos, como salas o tiendas de comestibles.
Los resultados de los investigadores apoyan la idea de que una mejor ventilación puede reducir la cantidad de aerosoles de coronavirus en el aire. “Dondequiera que se comparta el aire, cuanto menor sea el CO2, menor será el riesgo de infección”, señala el estudio.