Hoy sabemos que los cometas son restos de la formación del sistema solar, pero hubo un tiempo en que eran sinónimo de tragedias y malos augurios.
Entre los más de 3,000 astros que han sido identificados, pocos han logrado la popularidad del cometa Halley, que el 14 de abril de 1986 tuvo su último acercamiento a la Tierra.
Y aunque han pasado 35 años desde ese hito, hoy es posible apreciar algunos de sus restos en un fenómeno conocido como lluvia de estrellas de Oriónidas.
Visible cada 75 años en promedio
Halley tiene dos características que lo hacen especial: es el único de “periodo corto” perceptible a simple vista desde la Tierra, además de que un humano tiene la posibilidad de apreciarlo dos veces en su vida.
Los astrónomos han logrado calcular que el cometa Halley tiene un periodo orbital “corto” para recorrer el sistema solar, que oscila entre los 74 y 79 años.
Aunque sus apariciones están registradas al menos desde el 204 a. C, en 1705 el astrónomo inglés Edmond Halley fue el primero en calcular el tiempo que tardaba en completar su órbita.
Según Halley, el cometa observado por los astrónomos italianos Pedro Apiano y Girolamo Fracastoro en 1531 era el mismo descrito por el alemán Johaness Kepler y el danés Christen Longomontanus en 1607, y que él también había visto en 1682.
“Con toda confianza puedo predecir que retornará en 1758”, afirmó. Y estuvo cerca, porque el cometa fue visible nuevamente, pero 1759.
De mal augurio a objeto de ciencia
Debido a la cultura popular, el paso del cometa Halley se ha asociado a tragedias y catástrofes. En 1910 fue llamado el “cometa del fin del mundo”, lo que provocó episodios de histeria colectiva, iglesias que durante toda la noche recibieron a personas que querían confesarse y numerosos suicidios.
La situación no cambió para 1968. Centenares de personas se quitaron la vida por temor a que fuera un augurio del fin del mundo y en internet abundan las teorías que lo vinculan con el accidente nuclear de Chernóbil. Incluso fue usado como elemento distractor por la dictadura militar de Chile cuando aumentaban las protestas sociales que exigían el regreso de la democracia.
Lo cierto es que en 1986 se convirtió en el primer cometa en ser observado a detalle por cinco sondas espaciales (dos soviéticas, dos japonesas y una europea) en lo que fue llamada la Armada Halley.
Los astrónomos obtuvieron los primeros registros sobre la estructura del núcleo de un cometa y el mecanismo de formación de la coma y la cola, lo que permitió respaldar una serie de hipótesis.
En particular, se probó la teoría de “bola de nieve sucia” de Fred Whipple, quien predijo que el cometa estaba compuesto por una mezcla polvo y hielos volátiles (agua, dióxido de carbono y amoníaco). Además, se descubrió que solo una pequeña parte de su superficie está congelada.
También se pudo calcular que medía 14 kilómetros de largo y entre 7 y 10 kilómetros de ancho, que completaba una revolución cada 53 horas y que solo 10 por ciento de su cuerpo estaba activo. Además, se estimó su edad en 4.5 millones de años.
El próximo acercamiento del cometa Halley a la Tierra está previsto para 2067.