La marcha constante de la marca Mini lo aleja cada día más de su filosofía original, más aún con la irrupción del Clubman, un modelo que la compañía no teme en etiquetar como el Mini más grande hasta la fecha. Las 3,300 libras hacen que ya no sea un peso pluma, y sus dimensiones lo acercan (casi sitúan) a la altura de cualquier sedán de cuatro puertas.
Eso sí, este Mini está orientado a la práctica y a la utilidad gracias al conjunto de sus características. Aún cuando todavía es posible encontrar en él un Mini clásico -con su rendimiento y diseño peculiar-, el enfoque que la compañía ha ido adoptando con el paso de los años los ha ido alejando de su antigua imagen de toy-car.
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Y esto no es tanto el indicador de una crisis de identidad, como sí un cambio intencionado hacia las prioridades de la nueva base de clientes de Mini. Y es éste justamente el cristal a través del cual hay que mirar en el Cooper S Clubman 2016, un Mini que arroja su red mucho más allá del núcleo de su amplia base de fans, esperando quizá atrapar a los usuarios potenciales de un Mazda3, Ford Focus o VW Golf Sportwagen.
Maximun Mini
El Clubman 2016 trae cambios de diseño sustanciales con respecto a los modelos de anteriores generaciones. Se acabó la única puerta «club» que proporcionaba acceso a los asientos traseros, sustituyéndola por dos puertas con sus bisagras, de tamaño «adulto» y como Dios manda, para poder cargar y descargar a gusto y con total comodidad.
El espacio interior para los pasajeros ha sido mejorado sustancialmente, aumentando la longitud total a 168.3 pulgadas. Y si bien este puede ser el Mini más grande jamás construido, sigue siendo casi un pie más corto en longitud total que un VW Golf Sportwagen, poniéndolo a menos de media pulgada de longitud del Golf de cuatro puertas. El resultado es un Mini que mantiene su aura de coche pequeño, a la vez que proporciona significativamente más espacio para respirar en su interior.
Por supuesto hay un toma y daca cuando se trata de crecimiento del vehículo, y en el caso del Cooper Clubman S, se traduce en que en la carretera otorga una experiencia de conducción que es menos de karts y mucho más de gran turismo. Claro, hay un botón Sport, tres pedales en el suelo y un turbocompresor bajo el capó.
En comparación con el Mini Hardtop, el ajuste de la suspensión del Clubman es notablemente más suave. Del mismo modo, la dirección de la Clubman se siente más relajada, gracias a una configuración asistida eléctricamente que facilita enormemente su conducción. Y es que el Cooper Clubman S está notablemente enfocado al conducción y la comodidad de sus ocupantes antes que a otra cosa.
Bajo el capó nos encontramos con un motor turbo de cuatro cilindros de 2.0, el cual genera 189 caballos de fuerza y 207 libras-pie de torque, acoplado a una caja manual de seis velocidades, o una automática de ocho. A pesar de que no acelera al mismo nivel que el Cooper S Hardtop, es todavía capaz de llegar a las 60 mph en 6.9 segundos.
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Sin embargo, está claro que el Clubman hace su mejor trabajo cuando se le pone en relación con el mundo exterior. La bien pensada ergonomía de su cabina produce una posición de conducción relajada, la cual se agradece enormemente en los largos períodos al volante. Además, el casi perfecto aislamiento de esta cabina (crédito absoluto de BMW) disminuye a mínimos el ruido de la carretera, ayudando a reforzar la sensación de lujo del Mini.
Potencialmente muy bien equipado
Mientras que el Clubman S comienza en los $27,650 dólares, no hace falta ser un pródigo para hacer subir el ticket a los $40,000, o por lo menos, a los $37,000. Quizá sea esto lo que cambia la historia del Clubman S en relación a los otros modelos de Mini, pero ¿con qué frecuencia se encuentran visualizadores heads-up, techos panorámicos y los faros LED en el apartado de “opciones” para un carro compacto?
Para que no se sufra tanto, diremos que el sistema de información y entretenimiento iDrive, así como la pantalla de 6.5 pulgadas viene de serie, al igual que la iluminación ambiental ajustable, la disposición multicolor de la cabina, los dos tonos de pintura exterior y los asientos deportivos.
Jugando con su público
La madurez del Clubman podría hacer de este gran Mini una opción más convincente entre su entorno competitivo, aunque es la estética de la marca la que -seguramente- hará el trabajo de atraer a sus compradores.
Y aunque a los puristas los podrá frustrar un poco el cambio de prioridades de la compañía, es difícil negar que estamos ante un producto muy sólido. El nuevo Clubman, al igual que la mayor parte del resto de los últimos modelos Mini, se ganará el favor de sus futuros compradores que busquen algo con más personalidad, a sabiendas de que aquello no significará renunciar a la comodidad ni a la seguridad, aspectos muchas veces disuasorios que terminan inclinando la balanza a algún otro coche de mayor volumen.
Y el plan parece estar funcionando: Cuanto más se aleja la marca de su reputación de “autos de juguete”, mejores van sus ventas, por lo que claramente es al público a quien escuchan y a quien saben interpretar. Con el Clubman 2016, Mini da su paso más deliberado aún hacia un atractivo principal, y aunque el resultado puede no gustar a los que prefieran un auto pequeño «hecho-para-conductores», seguramente serán muchos más los que vendrán hacia el Mini que los que se alejarán definitivamente de él.
Notas Altas
- Diseño y estilo claramente Mini.
- Rediseño de las dos puertas traseras de pasajeros de tamaño estándar.
- Más espacio interior.
- ADN transmitido por BMW proporciona una sensación de calidad.
Notas Bajas
- Conducción más suave que la esperada.
- Frenado de rendimiento algo decepcionante.
- El precio inicial sube demasiado rápido con las opciones adicionales.