El proyecto nació con toda la mística de Google. Unas gafas conectadas a internet con la promesa de permitirnos hacer más como en su momento lo hicieron los teléfonos inteligentes. La fe no podía ser más que ciega si Google Glass era un proyecto de los Laboratorios X de Google, los mismos donde inició la revolución del coche autónomo.
Sin embargo, las Google Glass se fueron desdibujando hasta llegar a una pausa para repensar el proyecto, el cual fue relanzado en 2017 para el mundo corporativo, que terminó por congelar un entusiasmo sin precedentes por un producto que, contrario a los smartphones, no resolvía ninguna necesidad real.
Google Glass fueron unas gafas inteligentes desarrolladas por Google. Contaban con una cámara, una microcomputadora y un proyector para mostrar al usuario información de internet. Google las anunció el 5 de abril de 2012; apenas un mes después, uno de los fundadores de la compañía (Sergey Brin) las usó en un evento de un fondo contra la ceguera.
Las crónicas de la época se centraron en todo tipo de aspectos. Fox News dijo que aquella demostración era el primer paso de Google hacia el transhumanismo, que consignó como “implantes corporales”. Otras, que a la postre resultaron haber llegado al punto, señalaban que las Google Glass representaban un riesgo latente a la privacidad.
Parte del entusiasmo radicó en la forma en la que Google dio acceso a estas gafas. Si años atrás limitar el acceso a sus productos no hizo más que incrementar el interés del público, Google repitió la estrategia con mecánicas en redes sociales para seleccionar a los primeros usuarios de las Google Glass, a quienes, por cierto, ofreció una inducción en sus oficinas previo al pago de $1,500 dólares (el costo del primer prototipo).
Esta estrategia de mercadotecnia, sumada a la mística de Google, hizo que las Google Glass fueran el trofeo que exhibían los elegidos en cuanto escenario fuera posible, lo que provocaba molestias en personas invadidas en su privacidad por tener frente a sí a otro con una cámara discreta. La gente comenzó a llamarlos glassholes (un insulto con un juego de palabras) luego de varias polémicas, como los conflictos en restaurantes con los comensales y hasta multas de tránsito por conducir con las gafas puestas.
La existencia de los glassholes habría sido anecdótica de no ser porque puso en discusión la violación a un derecho humano —que la misma Google condenó—, y también porque en 2015 el proyecto se puso en pausa para replantearlo. En 2017, las Google Glass renacieron como lentes inteligentes orientados al mundo empresarial, donde nadie pondría en tela de juicio violaciones a la privacidad.
¿Por qué fracasaron las Google Glass?
Una de las preguntas más habituales en el buscador de Google sobre sus gafas inteligentes es por qué fracasaron, incluso cuando el proyecto sigue en la contabilidad de la empresa con una segunda edición para el segmento empresarial anunciada en 2019.
No obstante, desde un punto de vista mercadológico, las Google Glass fueron un fracaso rotundo. Las gafas, que Google anunció con bombo y platillo, terminaron en un retiro silencioso que algunos analistas atribuyen al lanzamiento de un producto incompleto a un precio alto sin una utilidad real o tangible para el usuario.
El fracaso, no obstante, dejó para la posteridad una de las lecciones de marketing más detalladas en el mundo de la tecnología.