A comienzos de 2021, un grupo de científicos llevó a cabo un singular y polémico experimento al hacer que 36 personas se contagiaran de COVID-19.
En el ensayo, los participantes se sometieron de manera voluntaria a una pequeña dosis de la cepa original del SARS-CoV-2. El grupo estaba conformado por mujeres y hombres sanos cuyas edades fluctuaban entre 18 y 30 años.
Luego de ser infectados, los voluntarios fueron monitoreados en un centro de cuarentena durante dos semanas.
Ahora, el Imperial College London, institución a cargo de la prueba, da a conocer los resultados.
La investigación demostró que las personas que se contagiaron del virus se volvieron sintomáticas en dos días y permanecieron infecciosas durante más de una semana.
Ninguno de los participantes se enfermó de gravedad. Sin embargo, algunos de ellos reconocieron que siguieron teniendo problemas para oler meses después del ensayo.
Si bien esta prueba recibió varias críticas, sus defensores aseguran que este tipo de estudios en humanos se lleva a cabo de manera segura y proporciona valiosa información sobre la “historia natural” de la infección y la eficacia de las vacunas para reducir los contagios.
“Estos datos brindan una plataforma clara para utilizar ahora el modelo de desafío humano para acelerar las pruebas de eficacia del producto para nuevas vacunas o antivirales”, explica Christopher Chiu, autor principal del estudio.
Este ensayo se realizó con una muestra de las primeras variantes del SARS-CoV-2, por lo que los investigadores esperan ahora llevar a cabo nuevos experimentos con las mutaciones más recientes del virus.
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