Se sabe que el COVID-19 se propaga a través de las gotas de saliva que se emiten al hablar. Pero hasta ahora no se comprendía el mecanismo preciso que creaba las gotas en la boca.
Para descubrirlo, Manouk Abkarian, de la Universidad de Montpellier, y Howard Stone, de la Universidad de Princeton, grabaron un video a alta velocidad de la boca de un voluntario, mientras éste emitía diferentes sonidos.
Los científicos identificaron el proceso de producción de gotas y concluyeron que las consonantes “p” y “t” son las que generan más gotas cuando se pronuncian.
Junto con la “t” y la “d”, producen la mayor cantidad de gotas porque forman una ráfaga de aire a través de un espacio estrecho lleno de saliva, ya sea entre los labios o entre la lengua y el paladar.
Por el contrario, el sonido “m”, como en “mamá”, envía aire principalmente a través de la nariz, por lo que produce muy pocas gotas, según los resultados del equipo.
También descubrieron que el bálsamo labial interfiere en la formación de gotas y puede reducir drásticamente la cantidad de gotitas emitidas.
Después de analizar las propiedades físicas de la saliva y sus interacciones con los labios, demostraron que el bálsamo labial desestabiliza la formación de filamentos en los labios y, al menos para un individuo, reduce cuatro veces la cantidad de gotas rociadas.
Sugieren que se podría desarrollar un bálsamo como estrategia de mitigación barata y eficaz.
Por otro lado, Stone y Abkarian especulan que los superpropagadores de COVID-19 podrían ser individuos cuya saliva tiene una viscoelasticidad que optimiza la cantidad de gotitas expulsadas durante el habla.
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