En julio de 1994, el concepto de Amazon hacía referencia principalmente al río Amazonas, en América del Sur. En ese entonces no existía una tienda que vendiera productos por internet ni nada por el estilo. Incluso en los meses posteriores a que Jeff Bezos decidiera crear una tienda online para vender libros, Amazon tampoco existía.
La primera iteración de Amazon llegó con otro nombre: Cadabra, que provenía de abracadabra, la palabra mágica que hasta hoy algunos magos utilizan en sus rutinas. Sin embargo, Cadabra tenía un problema: en inglés, era fácil confundirla con cadáver. De hecho, esto ocurrió, lo que desencadenó la búsqueda de una nueva marca.
A esa altura, con Cadabra y sus pocos meses de vida, no importaba mucho si a la naciente compañía se le cambiaba el nombre. Jeff Bezos tenía varios en mente, entre ellos, Relentless y Amazon. Si bien ambos fueron registrados, finalmente optó por el segundo y, más que un significado grandioso relacionado con el río brasileño, la razón era más práctica: los sitios de internet aún se listaban en orden alfabético. Amazon, entonces, aparecería más arriba que el resto.
Los primeros años de Amazon estuvieron dedicados exclusivamente a la venta de libros en internet. Las razones, al igual que con el nombre, también fueron prácticas: los libros eran baratos de vender, había muchos disponibles y el alcance potencial era grande, ¿quién no compra un libro alguna vez?
Sin embargo, aquello no evitó que en una etapa inicial Amazon estuviese lejos de tener el éxito actual. La compañía tenía que valerse de todas las estrategias posibles a la hora de adquirir inventario, lo que a veces era un problema cuando los distribuidores requerían un mínimo de 10 libros para poder completar una orden. Cuando Amazon no necesitaba tantos libros, simplemente pedían los que necesitaban y completaban la orden con productos que sabían que estaban agotados y que el distribuidor no les podía vender (y por ende, cobrar).
Amazon se convirtió en una compañía pública en 1997 y la llegada de inversionistas le permitió expandirse más allá de solo libros en 1998. Hasta entonces, competía directamente con Barnes and Noble, otro gigante de libros que contaba con ventas en línea y también físicas. Y esa competencia se daba no solo en el ámbito de los libros, también en el judicial: mientras Barnes and Noble alegaba que Amazon no era la tienda de libros más grande del mundo que decía ser, Amazon los demandaba de vuelta al acusarlos de copiar su sistema de compras con un solo clic.
En paralelo, el crecimiento de Amazon en la segunda década de los noventa les permitiría adquirir otro tipo de negocios, como por ejemplo, Internet Movie Database, el sitio web que hasta el día de hoy almacena información sobre producciones de cine o televisión. Por esos años, Amazon aún no le entregaba ganancias a sus accionistas, pero los ingresos eran suficientes como para llevar a cabo estas operaciones.
Con la perspectiva que da el tiempo y a tenor de lo que es Amazon en la actualidad, se puede argumentar que el gran mérito de Jeff Bezos hacia fines del siglo pasado fue crear Amazon en el momento correcto. En 1994, internet comenzaba a masificarse en Estados Unidos y cualquiera que quisiera vender productos en línea no tendría demasiada competencia. Incluso así, nada era seguro y según Bezos las posibilidades de que la empresa fracasara eran altas porque comenzar a vender libros por internet desde el garage de una casa arrendada quizás podía tener más sentido en los años setenta.
Si bien el nombre de Cadabra pasó a la historia, una de las alternativas a Amazon todavía se mantiene vigente: el dominio relentless.com está activo y aún en 2021 redirige a Amazon.