Nuestras palabras son el mejor espejo no solo de nuestras vidas, sino del tiempo que estas habitan. El COVID-19, parió el término doomscrolling, el cual tuvo un fuerte protagonismo durante un par de años, y hoy adquiere relevancia el denominado gaslighting, un concepto que vale la pena revisar.
Antes de pasar de lleno a la explicación, conviene saber que la construcción fue elegida por Merriam-Webster como la palabra del año. “En esta era de desinformación —de ‘noticias falsas’, teorías de conspiración, trolls de Twitter y deepfakes—, gaslighting ha surgido como una palabra para nuestro tiempo”, expresó la institución.
La también autora del diccionario del mismo nombre añadió que 2022 observó un aumento de 1,740 por ciento en las búsquedas del término, “con un gran interés durante todo el año”.
¿Qué es gaslighting?
En una de sus acepciones, Merriam-Webster define la palabra como el acto o la práctica de engañar de forma grave a alguien, sobre todo para obtener un beneficio propio. Pero ¿solo se queda a un nivel meramente personal? “A diferencia de la mentira, que tiende a ser entre individuos, y el fraude, que tiende a involucrar a organizaciones, gaslighting se aplica tanto en contextos personales como políticos”, manifiesta Merriam-Webster.
Por eso no es raro encontrar titulares en la prensa como: “¿Tu médico no te hace caso? Podría ser ‘gaslighting’”, “How the act of gaslighting isolates people from society and distorts their immediate reality” y “Las 7 etapas del gaslighting en una relación”.
¿Cuál es su origen?
Si bien la palabra ha cobrado relevancia en los últimos cuatro años en la lengua inglesa, de acuerdo con Peter Sokolowski, editor de Merriam-Webster, su origen se puede marcar a partir de la obra Gas Light (1938), de Patrick Hamilton, de la cual, posteriormente, nacieron dos adaptaciones cinematográficas en los 40, una de ellas Gaslight, de George Cukor y protagonizada por Ingrid Bergman como Paula Alquist y Charles Boyer como Gregory Anton.
La historia corta de Gaslight es que Paula y Gregory deciden vivir juntos; poco después, la manipulación de él sale a flote: ella insiste en que las luces de gas de la casa se atenúan debido a las actividades del hombre en el ático. Sin embargo, Gregory le hace creer a su esposa que no puede confiar en sus percepciones, incluso la convence de que se está volviendo loca.
La palabra gaslighting se empleó posteriormente por profesionales de la salud mental con el propósito de describir clínicamente una forma de control coercitivo prolongado en relaciones abusivas, de acuerdo con un artículo de NPR.
¿Cuál es su importancia en el contexto actual?
Merriam-Webster explica que gaslighting está ligada o se siente cómoda con construcciones relacionadas con formas modernas de engaño y manipulación, desde noticias falsas hasta deepfake. De ahí su alcance más amplio, más allá de los malentendidos deliberados que se puedan dar entre dos individuos.
“En los últimos años, con el gran aumento de los canales y tecnologías empleados para engañar, gaslighting se ha convertido en la palabra favorita para la percepción del engaño. Por eso (¡créenos!) se ha ganado su lugar como nuestra palabra del año”, concluye la institución.
Alternativa en español de gaslighting
El Diccionario de la lengua española sí recoge una locución verbal alternativa al extranjerismo gaslighting: hacer luz de gas a alguien. Su significado es: “Intentar que dude de su razón o juicio mediante una prolongada labor de descrédito de sus percepciones y recuerdos”.
La recomendación de la Fundación del Español Urgente (Fundéu), que busca impulsar el buen uso del español en los medios de comunicación, es reemplazar el anglicismo por la construcción “hacer luz de gas”.
Entonces en lugar de optar por un titular así: “¿Tu pareja te hace gaslighting?”, lo ideal sería escribir: “¿Tu pareja te hace luz de gas?”.