La NASA quiere que los seres humanos vuelvan a la Luna, por ello desarrolla la misión Artemis, que debería llegar en 2024 al satélite natural de la Tierra.
Mientras, los científicos intentan desarrollar métodos que permitan la presencia humana en el satélite natural de la Tierra, sobre todo si se tiene en cuenta la dificultad de hallar agua y oxígeno, esenciales para la subsistencia, en la superficie lunar.
Así, un equipo internacional de científicos trabaja en una nueva técnica que podría permitirle a los astronautas del futuro extraer estos dos elementos del suelo lunar.
Este proceso ha sido desarrollado por expertos de la Universidad Politécnica de Milán, la Agencia Espacial Europea, la Agencia Espacial Italiana y la empresa de sistemas espaciales OHB.
Se basa en una técnica usada en aplicaciones terrestres y que aprovecha el factor de que cerca de 50 por ciento del suelo de todas las regiones de la Luna está compuesto por minerales como el dióxido de silicio y el óxido de hierro, que a su vez están conformados en gran parte de oxígeno.
¿Cómo lo descubrieron?
Los científicos comenzaron por calentar el suelo lunar simulado en un horno; al hacerlo, este se evaporizó, lo que provocó que los minerales que contienen oxígeno pasaran directo del estado sólido al gaseoso, evitando la fase de fusión.
Estos gases y el metano residual se enviaron a un convertidor catalítico y a un condensador, que separó el agua de la mezcla. El líquido podía consumirse tal cual o se podía extraer el oxígeno mediante electrólisis.
En tanto, el hidrógeno y el metano que sobraron se pueden reciclar dentro del sistema.
Los autores también hallaron otro subproducto sólido, rico en sílice y metales, que podría procesarse para otros usos en futuras colonias lunares.
Si bien el proceso puede parecer complejo, los científicos explican que puede funcionar por sí solo.
“Nuestros experimentos demuestran que el equipo es escalable y puede funcionar en un bucle cerrado casi completamente autosuficiente, sin necesidad de intervención humana y sin atascarse”, explica Michèle Lavagna, profesora de la Universidad Politécnica de Milán.