Como cada 21 de junio, el hemisferio norte le dará la bienvenida al verano, aunque en 2020 todo será distinto. Válidamente, habrá quienes deseen disfrutar de las vacaciones, pensando que el efecto del calor pueda aminorar o eliminar el riesgo del coronavirus.
La idea de que el clima estival pueda detener la pandemia está extendida. El Departamento de Seguridad Nacional sugirió que las altas temperaturas podrían ser letales para el virus y el propio presidente Donald Trump también ha promocionado el potencial de los rayos ultravioleta (UV).
Algunas epidemias a lo largo de la historia, como la gripe, han seguido patrones estacionales, con tasas de infección que aumentan y retroceden como las mareas, señaló Digital Trends. Esto se aplica a los coronavirus pasados (como los que causan el resfrío común), que tienden a florecer en invierno.
“Sin embargo, no todos los virus siguen patrones estrictos de temporada. Y entre aquellos que sí lo hacen, las causas precisas se debaten entre los epidemiólogos. Algunas investigaciones sugieren que en realidad podría ser el cuerpo humano el que sufre cambios estacionales y el sistema inmunológico se debilita en climas fríos”, agregó.
Estudios preliminares aún no revisados por pares sobre el COVID-19 han encontrado una correlación entre temperaturas y humedad más altas y menores incidencias de infección. Sin embargo, los primeros resultados deben mirarse con recelo.
En Estados Unidos, las Academias Nacionales de Ciencia, Ingeniería y Medicina han recalcado que los estudios de laboratorio no pueden recrear perfectamente las condiciones del mundo real y los estudios sobre COVID-19, en particular, se han realizado en plazos muy cortos.
Al respecto, el organismo enfatizó en «el fracaso o la incapacidad de algunos laboratorios para controlar y variar la humedad relativa en sus experimentos», por lo que espera que “las diferencias en las condiciones experimentales entre los estudios (y la realidad) contribuyan a la variación en los resultados del estudio».
Al respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) es clara: exponerse al sol o a temperaturas superiores a los 25 grados centígrados no previene la enfermedad.
“Puedes contraer el COVID-19, por muy soleado o cálido que sea el clima. Se han notificado casos en países cálidos”, agregó, recordando que la sugerencia sigue siendo lavarse las manos con frecuencia y a fondo y evitar tocarte los ojos, la boca y la nariz.
La enfermedad, que al cierre de esta edición había infectado a poco menos de cuatro millones de personas y había matado a 270,000, aún es relativamente nueva, por lo que todavía hay muchas cosas por descubrir.
El curso de la pandemia en el «mundo real» muestra cuán diferentes pueden ser las cosas, señaló Digital Trends. Algunos países cálidos y húmedos sufren una gran cantidad de casos de coronavirus. Ejemplos de ello son Irán y Ecuador, que han contado a las personas infectadas por decenas de miles.
En ese sentido, la OMS enfatizó que el virus puede transmitirse en zonas con climas cálidos y húmedos, de acuerdo a pruebas científicas. “Con independencia de las condiciones climáticas, hay que adoptar medidas de protección si se vive en una zona donde se hayan notificado casos de COVID-19 o si se viaja a ella”, informó.
Ver una caída en los contagios durante el próximo verano boreal no significará necesariamente que la pandemia haya terminado. Algunos expertos están preocupados de que el péndulo vuelva a oscilar en otoño o invierno.
Un ejemplo sorprendente es la pandemia de 1918, mencionó el mismo medio. La gripe española, que le cobró la vida a al menos el 10 por ciento de los 500 millones de personas que se contagiaron, estalló en la primavera, luego aumentó en otoño y tuvo otra ola en invierno. Finalmente, terminó en el verano boreal (invierno austral) de 1919.
Justamente, ese fue el riesgo que advirtió para Estados Unidos el director de los Centros para el Control de Enfermedades (CDC), Robert Redfield. En una entrevista concedida a The Washington Post, expuso que podría haber una segunda ola severa en el otoño, que coincidiría con la temporada de gripe tradicional.