El aislamiento social y la desinfección de las superficies parecen ser dos de las estrategias más eficientes para evitar el contagio del COVID-19. Con buena parte del planeta obsesionada por la limpieza, el jabón y el alcohol (y el producto final mezclado) comienzan a escasear.
Sin embargo, hay un desinfectante natural, gratuito y disponible en grandes cantidades: la luz ultravioleta (UV). Los rayos UV se han utilizado por décadas para esterilizar objetos y habitaciones, por lo que tiene sentido preguntarse si puede matar al coronavirus SARS-CoV-2.
“Los virus no se reproducen solos, pero tienen material genético, ya sea ADN o ARN. Se reproducen uniéndose a las células e inyectando su ADN. Algunos salen de la célula infectada (esta forma de reproducción se llama ciclo lítico), mientras que otros se fusionan en la ella, reproduciéndose cada vez que la célula se divide (lisogénica)”, planteó Digital Trends.
Por técnica que parezca la explicación, cualquiera que se haya expuesto al sol de manera inadecuada ha podido comprobar cómo la luz UV mata los virus, pues daña el ADN. Así lo explicó el mismo medio: “Una molécula de ADN está compuesta por dos cadenas unidas por cuatro bases, adenina (A), citosina (C), guanina (G) y timina (T). Estas bases son como un alfabeto, y su secuencia forma instrucciones para que las células se reproduzcan”.
Es tan potente la radiación, que puede hacer que las bases de timina se fusionen y revuelvan la secuencia de ADN. Como la secuencia ya no es correcta, no puede replicarse correctamente. En otras palabras, dicha luz aniquila los virus, al destruir su capacidad de reproducción.
Raza desconocida
Sin embargo, el temido COVID-19 lo causa una raza desconocida de patógenos y no hay estudios concluyentes sobre su resistencia a los rayos UV. Ello no ha impedido desplegar dispositivos UV para intentar frenar el virus.
El sitio estadounidense señaló que “las compañías que producen dispositivos UV están viendo un notable aumento en las ventas y los hospitales están utilizando robots equipados con UV para desinfectar las habitaciones. Incluso las mascarillas están recibiendo el tratamiento”.
La experiencia dice que los coronavirus anteriormente conocidos, como los que causaron el SARS y el MERS, mostró que la luz UV podría inactivarlos virus, por lo que no es del todo irracional esperar que tenga un efecto similar en el que provoca el COVID-19.
No es necesario (ni menos seguro) que corras a exponerte bajo la luz de una lámpara UV, pues la radiación ultravioleta también puede dañar tu ADN. De hecho, las personas que pasan demasiado tiempo al sol tienen altas probabilidades de desarrollar como cáncer de piel y cataratas en los ojos.
Según un estudio publicado en Nature, un espectro particular de luz ultravioleta, el UV-C, inactiva eficazmente las bacterias sin dañar la piel de los mamíferos expuestos.
Así lo explica el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos: “En el campo de la medicina, la radiación UV-C también puede surgir de lámparas especiales o de un rayo láser y se usa para eliminar gérmenes o para ayudar a cicatrizar heridas. Asimismo, se usa para tratar ciertas afecciones de la piel como las soriasis, el vitiligo y los nódulos en la piel que causan el linfoma cutáneo de células T”.
También llamada radiación ultravioleta C, se trata de rayos invisibles que son partes de la energía que viene del Sol y que, afortunadamente, son filtrados en gran medida por la capa de ozono, que impide que lleguen a la Tierra.
De acuerdo con lo planteado en Nature, “esto se debe a que, debido a su fuerte absorbancia en materiales biológicos, la luz UV-C no puede penetrar ni siquiera las capas externas (no vivas) de la piel o el ojo humano. Sin embargo, debido a que las bacterias y los virus tienen un micrómetro o dimensiones más pequeñas, el UV-C lejano puede penetrarlos e inactivarlos”.
La investigación demuestra que las lámparas UV-C pueden erradicar incluso los virus en el aire sin dañar a las personas, por lo que podemos imaginar un mundo en el que caminar por la seguridad del aeropuerto o ingresar a un hospital implica pasar a través de una cámara de descontaminación UV, reflexionó Digital Trends.
Experimento aéreo
En 2017, el sitio The Points Guy presentó el «GermFalcon», una especie de robot que funciona arrastrado con un carrito y que usando luz ultravioleta, desinfecta hasta el 99.99% de cada superficie.
En ese momento, Dr. Arthur Kreitenberg, un cirujano ortopédico alemán comentó que se había usado para sanitizar los aviones de enfermedades como el ébola, el Sars o el Zika. “Utilizamos luz ultravioleta en quirófanos, laboratorios de microbiología en el hospital. Se ha demostrado que es muy eficaz para matar gérmenes y en realidad disminuye las tasas de infección. Es tecnología probada ”, dijo el galeno.
«Analizamos lo que estaba disponible para desinfectar aviones, y la respuesta es que no hay nada disponible, no hacen nada al respecto, y no hay absolutamente ningún requisito o regulación en ningún lugar del mundo para desinfectar un avión», complementó.
Por ahora, mientras la ciencia no descubra la fórmula, debemos seguir conformándonos con agua, jabón y alcohol.
Factor climático
Dada la vulnerabilidad del SARS-CoV-2 a factores climáticos, hay voces que señalan que los rayos UV pueden ser clave en su propagación. Una de ellas es la del experto en cambio climático Raúl Cordero, quien es académico del Departamento de Física de la Universidad de Santiago de Chile (Usach).
Basándose en ensayos de laboratorio y estudios internacionales, ha planteado al diario La Tercera que las tasas de crecimiento son inversamente proporcionales a la intensidad de la radiación solar, que exhibe sus niveles más bajos en el otoño e invierno del hemisferio sur.
“La investigación muestra que agrupando a los países, estados o regiones de acuerdo con la radiación solar UV-B a la que han estado expuestos durante abril de 2020, se observa un número relativamente bajo de víctimas mortales y contagios”, observó el medio.
Según Cordero, “las regiones donde la dosis diaria de radiación solar UV-B fue relativamente alta durante el mes de referencia han presentando un menor avance de la enfermedad y un número significativamente más bajo de víctimas mortales”.
A mediados de mayo de 2020, Chile exhibía una bajísima tasa de letalidad producto del coronavirus, marginalmente superior a 1 por ciento entre cerca de 32,000 casos confirmados. Para el científico, el otoño “extraordinariamente cálido” pudo haber retrasado el pico de contagios.
“Pero ni el clima, ni el cambio climático nos librará de este problema. Es importante subrayar que el clima es solo un factor para ayudar a entender algunas diferencias regionales en las tasas de incidencia de la enfermedad», sostuvo Cordero.
Finalmente, el académico insistió: “El clima puede ayudar o perjudicar la propagación de la enfermedad, pero su efecto no se compara con el de factores claves como el distanciamiento social. Sin distanciamiento social no hay manera de contener el virus”.
En Turquía también lo prueban
TurkishBeam, se llama un sistema de tratamiento de rayos láser y rayos UV desarrollado en Turquía, fue oficialmente invita lado para pruebas y análisis por la Clínica Cleveland de EEUU y la Universidad de Nueva York, señaló su desarrollador RD Global INVAMED.
El tratamiento asegura la completa destrucción de organismos como microorganismos, hongos, bacterias y virus y no daña las células y el ADN de los humanos en este proceso, dijo el grupo de investigación en un comunicado.
*Nota actualizada el 19 de mayo de 2020 con datos sobre efectos del clima en la epidemia