Tras verse envuelto en un publicitado escándalo por la manipulación de las emisiones de sus motores diésel, Volkswagen ha sido uno de los grandes fabricantes europeos que más compromiso han exhibido por abandonar los carburantes derivados del petróleo.
Las marcas del grupo han dado muestras de aquello. Porsche con el Taycan y Audi con el e-tron, en tanto que la compañía madre aseguró que el ID.3 revelado en el Salón de Fráncfort 2019 inauguraba una “nueva era” en la historia iniciada en la década del 30.
Como toda modernización, el proceso ha dejado víctimas. La primera y más sentida fue el Beetle, que dejó de ensamblarse en la planta mexicana que la firma alemana tiene en Puebla. Aunque no damnificados directos, otros fueron los station wagons.
Desde 2020, la familia Golf ya no tendrá en su alineación estadounidense a los familiares Alltrack ni SportWagen, el último de los cuales revisamos a fondo en este capítulo de nuestro programa MotorTech. El modelo no ha sobrevivido al cambio de generación, resistida desde 2012.
A falta de una explicación oficial, la irrupción de los crossovers y los SUV, que copan cerca de la mitad de la demanda de carros nuevos, asoma como otro de los factores que podría explicar el principal motivo del adiós.
Sin embargo, los concesionarios aún mantienen en sus salones de exhibición algunas unidades del Golf SportWagen, un carro verdaderamente entrañable. No es cuestión de nostalgia, sino que de evidencia objetiva.
El rendimiento de la edición SE que probamos llega a las 36 mpg (15.3 km/l) en la carretera y 27 mpg (11.5 km/l) en la ciudad, con un promedio cercano a las 32 mpg (13.6 km/l). Todo, gracias a la combinación de un motor de 1.4 litros repartidos en cuatro cilindros y una caja de velocidades de ocho relaciones.
Otros puntos altos son su capacidad de carga, con un volumen trasero de 42.9 pies cúbicos (1,215 litros), y su precio, que comienza en $21,895 dólares.