El enemigo está en casa. Para ser precisos, en el salón de clases. El nefasto zoombombing, la práctica de entrar sin autorización a una reunión en línea con el único interés de fastidiarla, es realizado principalmente por usuarios que tienen acceso legítimo a las reuniones, según un estudio de investigadores de la Universidad de Boston y la Universidad Estatal de Nueva York en Binghamton.
“Nuestros hallazgos indican que la gran mayoría de los zoombombing no son hechos por atacantes que vulneran los identificadores de la reunión, sino más bien por personas que tienen acceso legítimo a estas reuniones, particularmente estudiantes de escuela secundaria y universidad”, señalan los expertos.
La práctica podría ser anecdótica si se tratara de unos cuantos casos, pero no es así. La frecuencia con la que las reuniones en línea se ven interrumpidas por esta clase de troleo incluso llevó al FBI a emitir una recomendación para fortalecer la seguridad de las videollamadas.
Sin embargo, ¿qué se puede hacer si más que elaborados ataques cibernéticos, las intrusiones son orquestadas desde dentro? Los especialistas aconsejan una medida que, aunque engorrosa, parece la única solución. “Se puede evitar la intrusión si cada participante recibe un enlace de reunión personalizado”, señalan. Repartir unos cuantos enlaces no parece difícil, pero la cosa se complica cuando hay que repartir una veintena para cada uno de los integrantes de una clase.
Igual, los expertos sugieren asegurar las reuniones con contraseña, no anunciarlas en redes sociales u otros medios públicos y activar el modo sala de espera.
Por ahora, Zoom responde a la infame práctica con nuevas medidas de seguridad. En un comunicado, dijo que añadió una función que permite a los anfitriones acceder más fácilmente a los controles de seguridad en la reunión, incluido el uso compartido de pantalla y la eliminación de participantes.