Virgin Galactic y el fabricante británico de automóviles de lujo Rolls-Royce anunciaron un acuerdo para trabajar de forma conjunta en el avión supersónico para vuelos de pasajeros, que desarrolla la compañía aeroespacial del multimillonario Richard Branson.
The Spaceship Company (TSC), el brazo de Virgin responsable de la fabricación de vehículos aéreos, está trabajando en el desarrollo de un avión capaz de volar a tres veces la velocidad del sonido o Mach 3.
El acuerdo con Rolls-Royce tiene como objetivo trabajar de forma conjunta en el diseño y desarrollo de la tecnología de propulsión de los motores que usarán los aviones de alta velocidad.
Rolls-Royce tiene historia en materia de alta propulsión: desarrolló el turborreactor que impulsó al famoso Concorde, que voló entre 1969 y 200 y que lograba velocidades de Mach 2.04, poco más del doble de la velocidad del sonido.
Virgin Galactic y Boom Technology se asociaron en 2017 para desarrollar el XB-1, un vehículo supersónico que tiene previsto debutar el 7 de octubre de 2020.
Sin embargo, otros proyectos también están en la carrera por suceder al Concorde. Las empresas estadounidenses Spike Aerospace y Lockheed Martin –esta última en conjunto con la NASA– también están impulsando sus propias iniciativas.
Prototipo
La compañía también anunció la aprobación del prototipo de la nave por parte de la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos.
Los parámetros básicos del diseño inicial incluyen una aeronave delta-ala con certificación Mach 3, que tendría capacidad entre 9 y 19 personas.
La nave tendrá la capacidad de volar a una altitud superior a 60,000 pies y podría incorporar diseños de cabina personalizados, como asientos para clase ejecutiva.
Con el visto bueno las autoridades aeronáuticas, la compañía puede avanzar a la siguiente fase de diseño, que consiste en definir arquitecturas y configuraciones específicas del sistema, y determinar qué materiales usar en el diseño y fabricación.
El equipo también trabajará para abordar los desafíos clave en gestión térmica, mantenimiento, ruido, emisiones y economía que conllevarían los vuelos comerciales de alta velocidad.