Un porcentaje de la población mundial es portadora de una extraña mutación genética, que los hace inmune al fuerte olor que emanan los pescados en mal estado.
Así lo descubrieron investigadores de Islandia, cuyo estudio fue publicado este 8 de octubre en la revista Current Biology y que consideró la participación de cerca 11,000 islandeses.
Los investigadores les pidieron identificar el olor mediante seis varillas impregnadas con aromas sintéticos, que se asemejaban a los de la canela, menta, plátano, regaliz, limón y el pescado.
El estudio determinó que solo el 2 por ciento de la población islandesa tiene la fortuna de no percibir la desagradable fragancia del pescado en mal estado, reveló The New York Times.
El 98 por ciento restante, en cambio, lo identificó con la misma cara de desagrado que seguramente lo hace la mayoría de las personas.
Según los investigadores, es probable que esta mutación genética sea incluso más escasa en otros países.
El estudio fue realizado por deCODE genetics, una compañía biofarmacéutica de Islandia dedicada a la investigación del genoma humano.
La mutación genética TAAR5
Los participantes tuvieron que identificar el olor y calificar su intensidad y agrado.
Aunque el olor a pescado fue reconocido por la mayoría y recibió las calificaciones más bajas, un pequeño grupo toleró el fuerte aroma e incluso le agradó.
La explicación es una mutación genética que anuló el gen llamado TAAR5.
El gen TAAR5 ayuda a producir una proteína que reconoce una sustancia química llamada trimetilamina o TMA, que está en el pescado podrido y en fluidos corporales
Estudio islandés descubrió que la dieta podría alterar la percepción de aromas de animales, como el sudor y la orina humanos.
La mayoría de las personas tienen una versión intacta de TAAR5, pero un pequeño tenía una copia «rota» del gen que los hacía insensibles al olor.
Una dieta elevada en consumos de pescados con un olor fuerte podría explicar la mutación genética, dijeron los investigadores.
«Puedo asegurarles que no tengo esta mutación. Tiendo a sentir náuseas cuando me acerco a un pescado que no está completamente fresco”, dijo Kári Stefánsson, autor principal del estudio.