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La inteligencia artificial permitirá traducir el lenguaje de los delfines en el 2021

El uso de la inteligencia artificial (AI) para traducir el lenguaje de los delfines demuestra la rapidez con la que el procesamiento de lenguaje natural está avanzando y el número de idiomas en los que puede aplicarse.

Sin embargo, no tiene que detenerse solamente en este tipo de lenguajes, tal y como Gavagai AB, una empresa con sede en Suecia, está interesada en demostrarlo.

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Junto a investigadores del Instituto Real de Tecnología de KTH, la firma Gavagai AB está actualmente involucrada en un proyecto de cuatro años, diseñado para recopilar tantos «datos del lenguaje del delfín» como sea posible, y usar estos para decodificar la comunicación de los mamíferos acuáticos.

En teoría, aprender lo que está diciendo un delfín no es diferente a entender otros idiomas.

Las investigaciones sugieren que los delfines se comunican en un lenguaje que no es totalmente diferente al nuestro, basándose en oraciones compuestas de palabras individuales en las que el orden dicta el significado. Incluso hacen una pausa para dejarse hablar.

La decodificación de esta conversación se basa en la misma capacidad de establecer vínculos entre sonidos y significados, como con cualquier otro idioma.

Tal sistema incluso podría ser utilizado para invertir el software de ingeniería que permite a los seres humanos comunicarse con los delfines mediante la traducción de mensajes en las líneas apropiadas de Flipper.

Sin embargo, hasta qué punto llegará todo esto en 2021, cuando el proyecto termine, queda todavía por ver, pero esto promete ser de interés tanto para los profesionales especializados en la IA como para los zoólogos.

Lars Hamberg, CEO de Gavagai AB, subrayó a Digital Trends que no hay aplicaciones comerciales obvias para la traducción del lenguaje de los delfines, aunque es ciertamente interesante pensar en posibles casos de uso.

La Marina de los Estados Unidos, por ejemplo, ha utilizado anteriormente delfines militares para tareas como rescatar nadadores perdidos y localizar minas submarinas. Se podría presumir que esta formación se haría más fácil y se añadirían otras tareas si se posibilita una línea de comunicación más directa entre el hombre y el delfín.

Además, Hamberg asegura que la comprensión de los delfines está lejos de ser la única cosa en la que Gavagai AB está trabajando. En este momento, la firma está en Silicon Valley hablando con inversores sobre la recaudación de capital adicional para continuar desarrollando la tecnología Gavagai AB.

«La investigación sobre delfines se ha vuelto importante en términos de publicidad, pero la verdad es que es uno de los muchos, muchos proyectos que estamos haciendo», señala Hamberg.

«En los últimos siete años, hemos invertido alrededor de $ 9 millones de dólares trabajando en la implementación de esta investigación a escala industrial que puede entender 45 idiomas diferentes, superando a todos nuestros rivales. Ahora estamos recibiendo mucho interés», concluye.

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Estefania Oliver
Ex escritor de Digital Trends en Español
Estefania Oliver Palazón nació y creció en Valencia, España. Allí estudió Comunicación Audiovisual y, durante sus…
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El desarrollo de más y más aplicaciones de inteligencia artificial también va a generar un crecimiento exponencial de la basura electrónica, residuos que típicamente están cargados de metales tóxicos y que suelen acabar en tiraderos en países con regulaciones laxas, advierte un estudio publicado en Nature Computational Science.

Según los expertos, si no se toman medidas para atenuar la cantidad de basura electrónica producida por los sistemas de inteligencia artificial, podríamos llegar a la década del 2030 con unas 2,500 millones de toneladas anuales de residuos, un incremento cercano al 1000% respecto a las 2,600 toneladas reportadas en 2023.

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Solo lo que se nombra existe. ¿Y quién nombra lo que existe? Para Luciana Benotti, académica en lingüística computacional de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, es tan claro como sesgado. “Hombres blancos de 30 años que viven en la costa oeste de Estados Unidos”, dice a El País. De Silicon Valley, básicamente, donde se toman las decisiones en torno a los modelos amplios de lenguaje que dominan la conversación tecnológica, como el ChatGPT. El problema, dice esta académica que comenzó a programar cuando tenía seis años, es que la inteligencia artificial está pensando como una minoría, porque cuando se habla de plataformas como ChatGPT hay más que redes neuronales y lengua, todo un sistema de valores que puede caer en prejuicios discriminatorios o sexistas. Por eso, dice, lo mejor es que haya diversidad.

La urgencia, dice Benotti, es que al utilizar cúmulos de datos de internet se corre el riesgo de que repetir sesgos. “A menudo absorben prejuicios existentes. Esto puede llevar a resultados que refuercen estereotipos como ‘los mapuches son borrachos’ o  ‘las mujeres a la cocina’, dice la académica de Córdoba. “Hay mucho trabajo en nuestra área de investigación en reducir estos sesgos y alinear estos modelos desde una perspectiva de valores del norte global”, dice a El País.

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