Existen varias investigaciones que apuntan a los posibles efectos secundarios de la exposición excesiva a la luz artificial, que van desde la falta de sueño a enfermedades mucho más peligrosas.
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Pero, por lo general, estas conclusiones no se basaban en datos concretos o en pruebas físicas. Sin embargo, ahora ya hay pruebas de este tipo.
Investigadores de la Universidad de Leiden, en los Países Bajos, han expuesto a varios ratones a la luz artificial durante 24 semanas seguidas durante todo el día, con electrodos implantados en su cerebro para medir los cambios en las células que controlan el reloj interno del cuerpo.
Los resultados obtenidos se han comparado con los de otros ratones que fueron sometidos solamente a la luz normal día y de la noche. Así, en los ratones que habían estado bajo la luz artificial durante 24 horas, los investigadores notaron cómo su reloj corporal cambiaba a un ciclo diario de 25,5 horas, y sufrían de músculos debilitados y una densidad ósea reducida, así como otros signos de envejecimiento. De manera que, estos ratones estaban envejeciendo más rápido.
Los investigadores aún no saben si el envejecimiento avanzado se debió (o no) a los cambios de reloj del cuerpo o si fue debido a la falta de sueño durante un período tan largo de tiempo. Y es que 24 semanas es una sexta parte de la vida de un ratón y es el equivalente a no conseguir una buena noche de sueño durante más de una década en el caso de los humanos.
Dicho esto, los ratones fueron capaces de recuperarse rápidamente una vez que los patrones de iluminación fueron devueltos a la normalidad, lo que indica que de alguna manera la exposición a la luz estaba dando lugar a ciertos problemas de salud.
En otras palabras, no dormir con la luz apagada, podría ser la causa de algunos de sus males.
