Con material descubierto en la sangre de las llamas podría crearse un nuevo anticuerpo contra el SARS-CoV-2, según un estudio realizado por científicos de Alemania, Bélgica y Estados Unidos.
“Los coronavirus utilizan una proteína de envoltura grande llamada espiga para captar los receptores de las células huésped y catalizar la fusión de la membrana”, explicaron.
Según los especialistas, “al unirse a la proteína espiga, el anticuerpo (de la llama) puede evitar que el coronavirus infecte otras células en cultivo”.
“Estos datos proporcionan una base molecular para la neutralización de los betacoronavirus patógenos y sugieren que estas moléculas pueden servir como terapéuticas útiles durante los brotes de coronavirus”, describieron en el resumen del estudio publicado por la revista Cell.
Según explicó a CNET Jason McLellan, biólogo molecular de la Universidad de Texas en Austin coautor del estudio, se trata de #uno de los primeros anticuerpos conocidos para neutralizar el SARS-CoV-2″.
Si bien se actualizó basándose en las actuales circunstancias, el trabajo investigativo se viene desarrollando desde mediados de la década pasada, a propósito de la aparición de males como el síndrome respiratorio agudo grave (SARS) y el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS).
El conejillo de Indias ha sido una llama de belga de cuatro años bautizada como Winter, que ha recibido inyecciones de proteínas de espiga activas en el transcurso de varias semanas.
“Como resultado, los científicos pudieron identificar anticuerpos que gravitaban hacia esas proteínas y aislar los que se mostraron prometedores para neutralizar el virus”, explicó CNET.
Daniel Wrapp es otro de los correpsonsables del estudio y quien conformó el equipo que elaboró un mapa en 3D de la estructura del SARS-CoV-2 en marzo pasado.
“En ese momento, no había una gran necesidad de un tratamiento con coronavirus. Era solo una investigación básica. Ahora, puede tener algunas implicaciones globales», celebró.
Algunos camélidos, como las llamas, producen diferentes anticuerpos y el tamaño de algunos son de apenas un cuarto de lo visto en las personas. Por lo mismo, investigadores creen que podrían usarse en inhaladores.
«El equipo de la Universidad de Texas en Austin ahora está apuntando a estudios preclínicos en animales como hámsters o primates no humanos, con el objetivo final de desarrollar un tratamiento para humanos», finalizó CNET.