Pese a los cerca de 2.5 millones de casos diagnosticados y los más de 170,000 muertos causados por el SARS-CoV-2, no son pocos los que claman por retomar la normalidad prepandemia, reabriendo paulatinamente las oficinas, las fábricas, los centros estudiantiles y el comercio.
Muchos de quienes se inclinan por volver a la rutina asumen que el uso de mascarillas y el aislamiento de al menos seis pies (o dos metros) bastarían para evitar nuevos contagios. Quizá este estudio realizado por expertos chinos sobre el papel del aire acondicionado en la propagación del virus les haga reflexionar.
En un artículo que se publicará en la edición de julio de Emerging Infectious Diseases, la revista de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, recrean lo sucedido en enero de 2020 en un restaurante en Guangzhou, China.
Allí, un comensal asintomático (una mujer de 63 años) habría infectado a nueve personas luego de que uno de los equipos de aire acondicionado soplara las partículas con coronavirus por el comedor, detalló la crónica de The New York Times.
“Ese brote ilustra algunos de los desafíos que enfrentarán los restaurantes cuando intenten reabrir. Los sistemas de ventilación pueden crear complejos patrones de flujo de aire y mantener los virus en el ambiente, por lo que separar las mesas podría no ser suficiente para proteger a los clientes”, señaló el medio.
Salir a comer podría aumentar el riesgo, puesto que mientras más tiempo permanezca la gente en un área contaminada, más partículas de virus probablemente inhalarán. Por lo demás, es imposible comer usando un tapabocas. El diario recordó que las gotas cargadas del virus pueden ser expulsadas al aire a través de la respiración y el habla, y no solo por la tos y los estornudos.
«Concluimos que en este brote, la transmisión de gotitas fue provocada por la ventilación con aire acondicionado. El factor clave para la infección fue la dirección del flujo de aire», señalaron los autores de la investigación.
El estudio detalla que todos los infectados estaban sentados con la persona enferma o bien en una de las dos mesas vecinas. Afortunadamente, los otros 73 asistentes al local ni los ocho empleados de la planta se contagiaron, lo que sugiere que las microgotas más grandes son las que transmiten el virus.
«Creo que es un estudio bien hecho con las limitaciones de ser un estudio de campo», dijo a The New York Times el director médico de prevención de infecciones y epidemiología del sistema de salud de la Escuela de Medicina de Wake Forest en Carolina del Norte. Werner E. Bischoff.
También validó el informe Harvey V. Fineberg, el director del Comité Permanente sobre Enfermedades Infecciosas Emergentes y Amenazas de Salud del Siglo XXI en las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina.
«Es esclarecedor para el tipo de cosas que necesitamos seguir aprendiendo mientras intentamos configurar espacios seguros, no solo restaurantes seguros y lugares de entretenimiento, sino también donde vas a trabajar», resaltó.