El autor estadounidense Nick Greene está por publicar How to Watch Basketball Like a Genius, un libro en el que profesionistas de todo tipo, desde coreógrafos de ballet hasta científicos planetarios, presentan ensayos sobre cómo entienden el básquetbol a partir de sus campos de estudio.
Para promocionarlo, el portal Inverse publicó un extracto del artículo en el que la geóloga planetaria Emily Lakdawalla compara al baloncesto, y en particular los pases y asistencias del astro de los Lakers de Los Ángeles LeBron James.
“Creo que los viajes interplanetarios se parecen mucho a los pases en el baloncesto”, sostiene la también divulgadora científica. Su comparación, profundiza Greene, conecta la visión de superestrellas como LeBron James para pasar el balón sin mirar al receptor con los cálculo realizados por los científicos para aterrizar un rover sobre la superficie de un planeta a cientos de millones de kilómetros.
“Cuando diseñas una trayectoria, estás contabilizando la velocidad, el movimiento y la trayectoria que la Tierra tiene como punto de partida”, explica la geóloga. “Cuando enviamos una misión a Marte, lo hacemos pensando en un sitio en el que aún no está, pero en el que estará cuando la nave llegue ahí. Eso mismo ocurre con las asistencias en el básquetbol, se trata de mandar el balón al sitio en el que estará el jugador, creo que es una analogía perfecta”, reflexiona.
El basquetbolista LeBron James es conocido por las asistencias que da a sus compañeros sin siquiera mirarlos. Algunos comentaristas deportivos dicen que esa magnífica capacidad viene de unos ojos invisibles que rodean su cara y que le otorgan una especie de mirada omnipresente. En la exploración espacial, esos múltiples ojos son las ciencias que hacen posible llevar objetos a otros mundos, como la misión Perseverance a Marte.
La científica apunta otra similitud que requiere precisión milimétrica: completar un pase y lograr un aterrizaje exitoso. En ambos casos juegan dos fuerzas de atracción sin las que sería completar uno u otro objetivo. En el caso del básquetbol, esa factor de atracción viene de las manos de los basquetbolistas; en la exploración espacial, la ejerce la fuerza gravitacional de cada planeta. “El momento en uno y otro debe ser perfecto, si falla, eso es todo”, remata Lakdawalla.