Así como hay escasez de componentes electrónicos, también podría haber una falta de jeringas para vacunas, según advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS).
De acuerdo con Lisa Hedman, consejera sénior de la OMS, el potencial problema es que una generación completa de niños “podría perder sus vacunaciones ya programadas, a menos que los fabricantes encuentren la forma de producir más jeringas desechables de las que se utilizan una sola vez”.
Hedman agrega también que las características de la pandemia, que requiere vacunaciones masivas a nivel global, indican que este no es el momento de enfrentar escasez o situaciones que pongan en riesgo la seguridad tanto de pacientes como de personal médico.
Pero a su juicio, “lamentablemente la escasez de jeringas es una potencia real”. Y las jeringas desechables no pueden reutilizarse, ya que incluso luego de ser esterilizadas existe la posibilidad de que algunas bacterias sigan en el material, lo que claramente representa un peligro.
Se calcula que cada año se administran 6,800 millones de vacunas contra el COVID-19, mientras que la capacidad de producir jeringas desechables es de 6,000 millones por año. “Es evidente que en 2022 podría haber un déficit muy grande si todo sigue como hasta ahora”.
Además, el número de vacunas anuales podría incluso aumentar, si es que se cumplen los objetivos de la OMS de acelerar el proceso de vacunación en los países en desarrollo, lugares donde apenas un porcentaje muy bajo de la población ha sido inoculada contra el coronavirus.
En ese sentido, una buena solución podría ser la nueva píldora contra el COVID-19 desarrollada por Pfizer y que está a la espera de su autorización en Estados Unidos. La efectividad de esta píldora parece ser muy alta y podría reducir la necesidad de jeringas para vacunas.