Una historia de los carros autónomos no es una cosa breve ni demasiado moderna, aunque así lo creas. Es verdad que, en unos pocos años, los vehículos auto-conducidos han pasado de la fantasía de la ciencia ficción a la realidad. Y si bien parece que esta tecnología surgió prácticamente de la noche a la mañana, el camino hasta llegar aquí ha tomado mucho más tiempo del que crees.
Si bien no es fácil comprimir los casi 100 años de historia en unos pocos hitos, hemos intentado hacer lo mejor posible. Hay decenas de proyectos de vehículos autónomos que no figuran en nuestra lista, aunque aquí mostramos las principales paradas en el camino que debes ya empezar a conocer, ya que los carros autónomos se preparan para cambiar la cara del transporte, tal y como lo conocemos hasta ahora. Aquí te contamos cómo ha sido el camino.
El sueño sin conductor comienza
No tuvo que pasar mucho tiempo después del nacimiento del automóvil como tal para que los inventores comenzaran a pensar en un tipo de carro autónomo. En 1925, el inventor Francis Houdina muestra al mundo un automóvil controlado por radio, el cual se maneja por las calles de Manhattan sin nadie al volante. Según el New York Times, el vehículo controlado por radio puede encender su motor, cambiar de marcha y hacer sonar el pito «como si una mano fantasma estuviese al volante».
Como anécdota, hay que decir que el nombre de Houdina sonaba lo suficiente parecido al famoso ilusionista Harry Houdini, tanto que mucha gente pensó que todo se trataba de un truco del gran mago.
El robot-chofer de John McCarthy
En 1969, John McCarthy, conocido como uno de los padres de la inteligencia artificial, describe algo similar al vehículo autónomo moderno en un ensayo titulado «Computer Controlled Cars«. McCarthy se refiere a un «chófer automático», capaz de navegar por una vía pública a través de una «entrada de cámara de televisión que usa la misma entrada visual disponible para un controlador humano».
Él escribe que los usuarios deberían poder ingresar un destino usando un teclado, lo que induciría al automóvil a llevarlos inmediatamente hacia allí. Comandos adicionales permitirían a los usuarios cambiar el destino, detenerse en una sala de descanso o restaurante, reducir la velocidad o acelerar, en caso de una emergencia. No se construye ningún vehículo de este tipo, pero el ensayo de McCarthy se convierte en una especie de “misión” en la que otros investigadores trabajarán.
Sin manos a través de América
A principios de 1990, el investigador de Carnegie Mellon, Dean Pomerleau, escribe una tesis doctoral que describe cómo las redes neuronales podrían permitir que un vehículo autónomo captara imágenes en bruto de la carretera, enviando órdenes a los controles de dirección en tiempo real. Pomerleau no es el único investigador que trabaja en carros autodirigidos, pero su uso de redes neuronales demuestra ser mucho más eficiente que los intentos alternativos de dividir manualmente las imágenes en categorías «viales» y «no viales».
En 1995, Pomerleau y su colega investigador, Todd Jochem, llevan su sistema de auto-conducción Navlab a la carretera. Su minivan autónoma (ellos tienen que controlar la velocidad y el frenado) recorre 2,797 millas de costa a costa, desde Pittsburgh, Pennsylvania hasta San Diego, California, en un viaje que la pareja llama «No Hands Across America», Sin Manos A Través de América.
El gran desafío… es demasiado desafiante
En 2002, DARPA anuncia su Gran Desafío, ofreciendo a los investigadores de las principales instituciones de investigación un premio de $1 millón de dólares si pueden construir un vehículo autónomo capaz de conducirse por 142 millas a través del desierto de Mojave.
Cuando el desafío comienza, en 2004, ninguno de los 15 competidores puede completar el curso. El «ganador» consigue recorrer sólo ocho millas en varias horas, todo antes de incendiarse. Es un duro golpe para todos aquellos que buscan construir verdaderos carros sin conductor.
El estacionamiento se vuelve inteligente
Si bien los vehículos autónomos aún parecen ser un sueño muy futuro en los primeros años del 2000, comienzan a surgir sistemas de estacionamiento automático, los cuales demuestran que los sensores y las tecnologías de carreteras autónomas se están preparando para escenarios del mundo real.
El vehículo híbrido Prius, del fabricante japonés Toyota, ofrece asistencia automática de estacionamiento en paralelo desde 2003, mientras que Lexus pronto agrega un sistema similar para su Lexus LS sedán. Ford incorpora Active Park Assist en 2009 y BMW le sigue un año más tarde con su propio asistente de estacionamiento en paralelo.
Google busca una respuesta
A partir de 2009, Google comienza en secreto a desarrollar su proyecto de vehículo autónomo (ahora llamado Waymo). El proyecto está liderado inicialmente por Sebastian Thrun, ex director del Laboratorio de Inteligencia Artificial de Stanford y co-inventor de Google Street View.
Dentro de unos años, Google anuncia que sus caros autónomos se han conducido colectivamente por 300,000 millas bajo control de computadoras sin que haya ocurrido ni un solo accidente. En 2014, se presenta un prototipo de un automóvil sin conductor y sin volante, acelerador o pedal de freno, lo que lo hace 100 por ciento autónomo. A fines del año pasado, más de 2 millones de millas habían sido ya recorridas por los carros autónomos de Google.
Los grandes fabricantes se lanzan a la aventura
Para 2013, las principales compañías automotrices, incluidas General Motors, Ford, Mercedes Benz, BMW y otras, están trabajando en sus propias tecnologías autónomas. Nissan se la juega incluso con una fecha, al anunciar que lanzará varios autos sin conductor para el año 2020.
Otros autos, como el Mercedes Clase S 2014, agregan características semiautónomas como la dirección automática, la capacidad de permanecer dentro de carriles, evitar accidentes y más. Los gustos de Tesla y Uber también comienzan a explorar activamente la tecnología de conducción autónoma, mientras que se rumorea que Apple lo estaría también haciendo.
La primera víctima mortal
Triste, pero inevitablemente, se produce la primera víctima mortal en la historia de la conducción autónoma. El incidente ocurre en Florida, cuando un Tesla Model S está en modo de piloto automático. El ocupante humano del Tesla muere cuando el automóvil choca contra un remolque de 18 ruedas, no alcanzando a frenar a tiempo después de que el remolque pase frente a él.
La muerte provoca un renovado debate sobre los autos sin conductor, así como de algunos de los problemas técnicos y éticos que rodean este camino. Es un retroceso, pero que subraya el hecho de que, les guste o no, los vehículos autónomos están aquí, ya de verdad. Y no parece que vaya a haber una vuelta atrás.