La disonancia cognitiva es una alteración mental que se detona cuando ves o escuchas una cosa, pero esperabas algo completamente diferente. Por ejemplo, en los juegos visuales en los que el color es contradictorio con lo que está escrito. Lo que sientes es la lucha de tu mente con ideas, creencias o aportes sensoriales que están en conflicto.
Este concepto de disonancia cognitiva es el mismo que puedes sentir cuando manejas autos como el Clarity de Honda, que está equipado con una transmisión variable continua (CVT, por sus siglas en inglés). Si eres un iniciado en la mecánica, estamos hablando de una transmisión sin engranajes, sin personalidad. En otras palabras, un atentado a la salud mental del conductor, según lo plantea en esta columna Adam Kaslikowski, editor de la sección Cars de Digital Trends.
Las CVT más comunes buscan maximizar la eficiencia y el consumo de combustible, manteniendo el motor en un punto óptimo de rendimiento. Mediante una correa ajustable, que crea un número infinito de engranajes, el motor gira a una velocidad que produce una buena potencia sin desperdiciar revoluciones. De esta forma, te olvidarás de la primera o la segunda marcha, y tendrás que acostumbrarte a la 1.4° o 4.7°, entre un sinfín de alternativas.
Debido a que estas transmisiones buscan maximizar constantemente la eficiencia, con frecuencia actúan de una forma poco intuitiva e incluso contradictoria con el comportamiento y las expectativas de quien va detrás del volante. Los conductores están acostumbrados a una aceleración gradual hasta que un cambio de marcha modula las revoluciones por minuto (rpm). En cambio, las CVT ajustan los giros del motor independientemente de lo que hagas con el pedal del acelerador.
Es muy desconcertante tratar de adelantar a un camión en una carretera y que repentinamente la CVT haga algo a lo que no estás acostumbrado. Para ser claros: tu automóvil seguirá acelerando y alcanzará la velocidad que buscabas. Sin embargo, también experimentarás estímulos sonoros y visuales —la aguja del tacómetro oscilante— distintos de los que esperas recibir cuando presionas el acelerador.
En gran medida, es esa disonancia la que explica por qué la gran mayoría reniega de las CVT y, en general, los coches híbridos. Sin un comportamiento predecible, la mayoría de los conductores sienten que no tienen el control del vehículo y terminan perdiendo la confianza. Muchas personas asocian falsamente este extraño comportamiento al sistema híbrido y renuncian incluso a la posibilidad de darle una chance. Sin embargo, esta tecnología es totalmente distinta a la transmisión CVT y, además, es muy útil si buscas disminuir el uso de combustibles fósiles.
Desde que obtuvieron su licencia, todos los conductores fueron programados para que el motor acelere progresivamente hasta que llegue a un punto alto, momento en el cual la transmisión —manual o automática— cambia a la siguiente marcha. Hay una lógica natural en todas las imágenes, sonidos y comentarios durante este proceso.
Las CVT son indudablemente más eficientes, pero acaban confundiendo y generando insatisfacción entre los consumidores. Aunque los autos eléctricos tiene sus propios problemas de disonancia cognitiva con la falta de ruido, hasta que estos puedan transportarnos sin transmisión, los fabricantes y los consumidores deberían evitar las CVT.
Las personas quieren que sus máquinas de 3,000 libras (1,360 kilos) actúen de la forma que esperan y pueden predecir. Al alterar uno de estos mecanismos de retroalimentación sensorial, varios fabricantes no solo se han alejado de los autos gratificantes de manejar, sino que implementaron una tecnología que desagrada a la mayoría. Todo en aras de la eficiencia.
Afortunadamente, la disonancia cognitiva es una condición curable. Simplemente, consigue un auto con transmisión manual o automática.