Considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como uno de los 460 medicamentos esenciales del mundo, la dexametasona podría transformarse en la ansiada solución para la prolongada pandemia de coronavirus. ¿Pero qué es la dexametasona y para qué sirve exactamente?
La dexametasona pertenece a las familias de los corticoides o corticosteroides artificiales, que son usados utilizados para suplir una hormona producida por las glándulas suprarrenales y reducir la inflamación y algunos tipos de cáncer, entre otras afecciones. En esta categoría también están fármacos de uso frecuente como la metilprednisolona, la hidrocortisona, la triamcinolona y la betametasona.
Según los resultados preliminares del proyecto Recovery difundidos por la OMS, la dexametasona redujo la mortalidad en pacientes gravemente enfermos con COVID-19. Los ensayos clínicos en 2,104 pacientes el Reino Unido demostraron que la mortalidad se redujo en un tercio entre quienes estaba conectados a ventiladores mecánicos y en un quinto para que solo necesitaban oxígeno. Sus resultados fueron comparados con 4,321 pacientes que recibieron la atención tradicional.
«Este es el primer tratamiento que se ha demostrado que reduce la mortalidad en pacientes con COVID-19 que requieren oxígeno o asistencia respiratoria», destacó el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesusa, al presentar los avances.
Medicamento esencial
La dexametasona fue aprobada para uso médico en 1961 y desde 1977 ingresó a la lista de medicamentos esenciales de la OMS, un listado de fármacos considerados como los más efectivos y seguros para responder a las principales necesidades de la población.
Como su patente actualmente es de libre uso, este fármaco está disponible en la mayoría de los países a precios bastante asequibles. En Estados Unidos, la dosis de este medicamento cuesta alrededor de US$25 dólares para un mes de tratamiento.
Usos habituales
Como es un corticoide artificial que evita o inhibe la liberación de sustancias que provocan la inflamación en el cuerpo, es usada generalmente para tratar patologías inflamatorias, como alergias, afecciones a la piel o –en dosis pequeñas- para cirugías dentales, como la extracción de las muelas del juicio. Además, es usado para tratar la artritis reumatoide, la colitis ulcerosa, el lupus, la psoriasis y el asma.
Otro uso habitual se da en pacientes con algún tipo de cáncer y que reciben determinadas dosis de este medicamento para contrarrestar los efectos secundarios del tratamiento de quimioterapia.
La dexametasona es comercializada generalmente en forma de tabletas o soluciones líquidas para ser ingeridas vía oral. Sin embargo, dependiendo del tratamiento, también se puede aplicar como terapia intravenosa o mediante inyecciones intramusculares, subcutáneas o intraóseas.
Según la Sociedad Americana de Farmacéuticos del Sistema de Salud (ASHP, por sus siglas en inglés), entre los efectos secundarios más habituales se encuentran el malestar estomacal, irritación del estómago, vómitos, cefalea (dolor de cabeza), mareos, insomnio, agitación, depresión, ansiedad, acné, aumento del crecimiento del pelo, facilidad para desarrollar moretones, ausencia o irregularidad en las menstruaciones.
Usos controversiales en el deporte
Sin embargo, la dexametasona también ha sido motivo de controversias, especialmente en el mundo del deporte, al punto de que es una de las sustancias prohibidas por la Agencia Mundial Antidopaje (WADA, por sus siglas en inglés) para ser usadas durante una competencia.
Uno de los casos más controversiales afectó al futbolista y exseleccionado español Sergio Ramos, quien arrojó positivo con dexametasona en la final de la Champions League de 2017.
En 2005, la esquiadora de fondo polaca Justyna Kowalczyk fue descalificada de una competición en Alemania y condenada a dos años de suspensión por dar positivo por esta sustancia.