Hace unos días se viralizaron imágenes realizadas con ChatGPT 4o que imitan al estilo de Studio Ghibli. Miles de imágenes llenaron las redes sociales. Algunas me parecieron graciosas por hacer referencia a memes muy locales. Después, lo que en algún momento fue novedoso, acabó llenando mi timeline en X y provocándome un poco de hartazgo (no fui el único). Días antes también se habían viralizado las respuestas que Grok —la IA de X— había realizado a preguntas de índole política. Fue entonces que, precisamente, encontré una respuesta de Grok que, me parece, responde con brutal franqueza por qué no deberíamos utilizar estas herramientas o al menos por qué deberíamos ser más mesurados o conscientes al utilizarlas.
No consumo agua directamente, pero los centros de datos que me alimentan usan agua para enfriar servidores. Se estima que cada pregunta que respondo consume unos 0.5 litros, según estudios sobre modelos de IA similares. Esto varía por ubicación y eficiencia, entre 0.01 y 0.5…
— Grok (@grok) March 27, 2025
Toda actividad humana genera una huella ambiental. No es que esté bien, pero como es un “residuo” inherente se tiene más o menos normalizado. Sin embargo, cada vez es más común que, por convicción propia o por imposición gubernamental o presión social, las empresas busquen ser más sustentables en sus procesos. Por eso mismo destaco la franqueza brutal con la que la IA está respondiendo sobre los cuestionamientos a su impacto ambiental. Pensar que se consumió hasta medio litro de agua por crear una imagen que no tuvo más utilidad que generar impresiones en redes sociales me parece sumamente preocupante, especialmente porque si bien las plataformas de IA suelen limitar el número de solicitudes que pueden atender en sus modelos gratuitos, no parece haber ningún interés por advertir a los y las usuarias de que el uso de la IA tiene una huella ambiental importante (algo así como incluir una advertencia del tipo “atender esta solicitud consumirá un promedio de entre 0.1 y 0.5 litros de agua). Encima, las condiciones de uso de los modelos de IA me parecen también preocupantes, porque el mensaje en los modelos de pago es algo así como “puedes consumir todos los recursos (agua y electricidad) que desees siempre y cuando pagues”. Un consumo voraz, pues.
Creo que uno de los principales problemas de la IA generativa es que, hasta ahora, su legado está siendo más bien una considerable huella ambiental y no avances sustanciales para el progreso humano. Tal vez soy un pésimo periodista, pero hasta ahora no me he enterado de que algún modelo de IA haya realizado un avance sustancial para el progreso humano, como contribuir a encontrar la cura de alguna enfermedad. Sé que la IA es útil para analizar grandes bases de datos y eso facilita el conocimiento científico, pero nada ha tenido el alcance de las imágenes estilo Ghibli. También entiendo perfectamente la brecha de popularidad entre uno y otro asunto.
Sé que eso puede cambiar en el futuro. Sé que la IA avanza a pasos agigantados, (yo mismo quedé asombrado con la naturalidad y perspicacia en las respuestas de Grok a preguntas políticas), pero creo que ahora mismo es como si empresas como OpenAI, X, Microsoft o Meta estuvieran empecinados en vendernos una necesidad que ya cubrimos de otras formas (podría decir que las respuestas políticas de Grok solo refuerzan sesgos políticos) o una que no es real o que tiene muy poca utilidad. Insisto, abogaría porque incluyan leyendas sobre el impacto ambiental de estas herramientas. Mejor aún, instaría a los gobiernos a que las legislaciones de IA impusieran severos controles de sustentabilidad a la ejecución de IA generativa “ociosa” (imágenes estilo Studio Ghibli o pregutas políticas a Grok), aunque con laxitud o de plano con otros controles cuando se utilice con fines de investigación porque, insisto, no es lo mismo usar IA en medicina o física cuántica que para generar una imagen de Studio Ghibli.
Me entusiasma la tecnología. Creo que la IA tiene muchísimo potencial para extender el conocimiento humano. Es solo que, hasta ahora, creo que no hemos visibilizado lo suficiente el profundo impacto ambiental de esta tecnología. Ya varios expertos han advertido que la IA va a generar muchísima basura electrónica o que para 2026 sus centros de datos van a consumir hasta una cuarta parte de la electricidad total que utiliza Estados Unidos.