El Centro Estatal de Investigación de Virología y Biotecnología de Rusia fue inaugurado en el apogeo de la Guerra Fría, en 1974, como un lugar de investigación de bioterrorismo. Hoy día es uno de los 59 laboratorios de máxima seguridad en el mundo, un estatus que comparte con el Instituto de Virología de Wuhan, ubicado en el centro de los orígenes de la pandemia de coronavirus.
Se trata de una instalación secreta, también llamada Instituto Vector, que es uno de los sitios más custodiados de Rusia, cercado con alambre de púas y soldados armados que hacen guardia de manera permanente en sus puertas. ¿La razón? Alberga enfermedades devastadoras como la viruela y el ántrax, además de patógenos asesinos más recientes como el ébola.
El laboratorio tiene aproximadamente el mismo tamaño que un campo de fútbol americano (70,000 pies cuadrados) y está ubicado en el óblast de Novosibirsk, Siberia, en la frontera con Kazajstán. Este es uno de los lugares más aislados del mundo, donde las temperaturas pueden descender hasta -35 grados Celsius en invierno.
Rusia afirma que el laboratorio, uno de muchos involucrados en la fabricación de armas biológicas de la URSS, cerró la investigación de estas en 1992, después de la caída de la Unión Soviética.
Sin embargo, se cree que la instalación es uno de los lugares donde Rusia ha continuado trabajando en su programa de armas biológicas, lo que se conocía como Biopreparat en la era de la Guerra Fría. Este se fundó en 1974, el mismo año que el laboratorio.
De acuerdo con un informe estadounidense del Departamento de Estado del año pasado, Rusia continúa su programa ofensivo de armas biológicas, a pesar de que el país insiste en que ha cesado dicha investigación.
“Estados Unidos evalúa que la Federación Rusa (Rusia) mantiene un programa de guerra biológica ofensivo y está violando su obligación bajo los Artículos I y II de la Convención de Armas Biológicas (BWC). La cuestión del cumplimiento de Rusia con la BWC ha sido motivo de preocupación durante muchos años”, dice el documento.
La convención, que obligó a la URSS a disolver oficialmente Biopreparat, es un tratado internacional que prohíbe a los países desarrollar y almacenar armas biológicas.
Lo que anuncia el documento cobra sentido luego de que la embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, Linda Thomas-Greenfield, afirmara que Vladímir Putin podría usar armas biológicas para derrocar al gobierno ucraniano.
“Ciertamente nada está fuera de la mesa con este tipo. Está dispuesto a usar cualquier herramienta que pueda para intimidar a los ucranianos y al mundo”, dijo al programa Face the Nation de CBS News.
Oficialmente, el Instituto Vector se centra en la investigación en virología, ingeniería genética y biotecnología. Tiene autorización para manejar algunos de los virus más letales del mundo y ha realizado investigaciones sobre la gripe aviar, el sarampión y la rabia, según el Centro Internacional de Ciencia y Tecnología (vía Express).
Vector tiene como objetivo desarrollar “medios y métodos efectivos para la prevención, el tratamiento y el diagnóstico de enfermedades infecciosas”, además de “la producción de agentes para contrarrestar los patógenos infecciosos”.
Por otro lado, Rusia también ha acusado a Estados Unidos de desarrollar armas biológicas en laboratorios ucranianos como parte de su justificación para la guerra, aunque los expertos mundiales han negado estas afirmaciones, según Daily Mail.
Algunos antiguos funcionarios estadounidenses y expertos en no proliferación también han insistido en que los laboratorios trabajan para detectar y prevenir la propagación de armas biológicas, además de haber ayudado a contener brotes de enfermedades.