No son pocos los recursos que se ha empleado en investigar lo más hondo de nuestra tierra. A pesar de esto, los agujeros más profundos perforados por los humanos apenas han traspasado la corteza terrestre, la cual es la capa más externa de las cinco que –en términos químicos– conforman la estructura de la Tierra. Tiene una profundidad que varía entre los 5 (corteza oceánica) y 70 kilómetros (corteza continental).
Bajo ella se encuentran el manto superior, el manto inferior (que comienza a unos 665 kilómetros de profundidad), el núcleo externo (que parte en los 2,900 kilómetros) y el núcleo interno, una esfera sólida que comienza a unos 5,155 kilómetros de profundidad.
Sin embargo, las mayores perforaciones realizadas por el hombre solo han sido capaces de penetrar de 25 a 30 por ciento de la corteza terrestre (en su parte continental), por lo que el contenido y la composición de las capas interiores se conocen a través de medios indirectos, como los terremotos. Estas ondas permiten “ver” el interior de la Tierra, tal como los rayos X o las resonancias magnéticas en el cuerpo humano.
Solo en las montañas Al-Hajar, Omán, hay una sección expuesta del manto de la Tierra. Sin embargo, se trata de una muestra que estuvo dentro de la Tierra hace millones de años.
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Proyecto Mohole, México
Considerado el mayor esfuerzo científico por perforar la Tierra, el proyecto Mohole se inició 1961 frente a la costa de México, donde la corteza es poco profunda. Sin embargo, los fondos de la American Miscellaneous Society (AMSOC) se agotaron en 1966 y la iniciativa terminó.
El objetivo era alcanzar la discontinuidad de Mohorovicic, conocida coloquialmente como “Moho”, considerada el límite entre la corteza terrestre y el manto superior.
Sin embargo, la perforación solo llegó hasta los 3.6 kilómetros de profundidad. Se estima que en la zona de la excavación la discontinuidad está ubicada a unos 4.8 kilómetros de profundidad. Pese al fracaso, se obtuvieron importantes muestras y el proyecto permitió obtener importantes conocimientos sobre la perforación en aguas profundas.
Bertha Rogers, Oklahoma
El pozo de Bertha Rogers, ubicado en Washita, Oklahoma, es el agujero más profundo de Estados Unidos. Comenzó a ser perforado en la primera mitad de la década de 1970 por The Lone Star Producing Company, que buscaba hidrocarburos.
No obstante, las tareas se detuvieron a los 9.5 kilómetros de profundidad (6 millas), cuando los trabajos chocaron con azufre fundido, que solidificó la maquinaria. Además, se registró una presión de 25,000 psi. Fue la excavación más profunda del mundo hasta 1979.
Si bien no se encontraron hidrocarburos, la perforación fue aprovechada por Granite Wash, que tapó el agujero y extrajo gas natural desde unos 3.3 kilómetros de profundidad. El pozo dejó de producir en julio de 1997.
Kola, Rusia
El agujero más profundo del mundo con fines científicos está ubicado en la península de Kola, Rusia, cerca de Murmansk. El Kola Superdepper comenzó a ser perforado por la Unión Soviética en 1970 con fines científicos. Después de cinco años de trabajo, ya había alcanzado los 7 kilómetros y para 1989, 12.2 kilómetros.
La iniciativa se detuvo debido a que la perforadora se atascó. Se estima que el proyecto tuvo un costo superior a $100 millones de dólares hasta que fue cancelado.
Si bien es el agujero con fines científicos más profundo del mundo, en 2008 fue superado por el pozo petrolero de Al Shaheen en Qatar, que en 2011 alcanzó una longitud de 12.3 kilómetros.
El proyecto además inspiró la película de terror rusa The Superdeep, cuya trama se centra en un grupo de investigadores y militares que indagan los informes sobre un brote de una enfermedad en una instalación subterránea secreta.
Bavaria, Alemania
El pozo superprofundo KTB (Programa Continental Alemán de Perforación Profunda) fue una iniciativa del gobierno germano desplegada en la localidad de Windischeschenbach, Bavaria, que alcanzó una profundidad de 9.1 kilómetros.
El programa buscó estudiar las propiedades y los procesos de la corteza continental. Utilizó un cabezal que era capaz de resistir entre 250 y 300°C, temperaturas que se esperaban registrar a unos 10 o 14 kilómetros de profundidad. Sin embargo, durante las excavaciones se registraron 260° C.
Los trabajos comenzaron en 1987 y finalizaron en 1995. Desde entonces y hasta 2001 las instalaciones fueron usadas por el Centro Alemán de Investigación de Geociencias para instalar un observatorio sísmico profundo.
Fosa de Japón, Japón
En 2021, un grupo de investigadores japoneses que busca entender el origen de los grandes terremotos estableció el récord de perforación científica en el océano. A bordo del barco de investigación nipón Kaimei, los científicos perforaron un agujero en la denominada fosa de Japón, el epicentro del terremoto de magnitud 9.1 que destruyó la planta nuclear de Fukushima.
Después de dos horas y 40 minutos de trabajo, el equipo extrajo una muestra de sedimento a poco más de 8.02 kilómetros de profundidad, con lo que superó los 7.03 kilómetros que había logrado buque de perforación Glomar Challenger.