La Corte Suprema del Reino Unido propinó este viernes 19 de julio un duro revés judicial a Uber, en una decisión que podría poner en riesgo el modelo de negocios de la mayor plataforma de viajes compartidos del mundo.
Después de una batalla legal que se prolongó por cerca de cinco años, el máximo tribunal británico consideró de forma unánime que los conductores de Uber son trabajadores de la compañía y no contratistas independientes, como sostenía la firma.
El veredicto ratificó el fallo de un tribunal laboral, que en 2016 consideró que un grupo de conductores eran empleados de Uber, por lo que la compañía debía garantizarles acceso a derechos laborales, como salario mínimo, pago por vacaciones y descansos.
Uber ha insistido en que sus conductores son contratistas independientes autónomos y que actúa como una “agencia” que los conecta con pasajeros mediante una aplicación.
Además, asegura que los propios conductores prefieren este modelo de trabajos esporádicos –también llamado gig economy– porque les brinda mayor flexibilidad.
La empresa deberá volver al tribunal laboral para determinar la compensación para el grupo de conductores. Aunque solo se refiere a los conductores involucrados en el caso de 2016, en teoría es aplicable a otros que utilizan la aplicación.
El modelo de negocios en entredicho
Aunque Uber dijo respetar la decisión del tribunal, matizó con que esta solo alcanzaba a un una “pequeña cantidad de conductores” que usaron la aplicación en 2016.
Jamie Heywood, gerente general regional de Uber para Europa del Este y del Norte, aseguró que han impulsado “cambios significativos” en la relación con los conductores al darles más control sobre sus ganancias y un seguro gratuito, en caso de enfermedad o lesión.
El fallo de la Corte Suprema británica podría poner en riesgo el modelo comercial de Uber al menos en el Reino Unido, pero también podría estimular a conductores de otros países a buscar mejores condiciones laborales.
Además, se suma al de la Corte de Apelaciones de California, que en 2020 favoreció a un grupo de conductores de Uber y Lyft, que exigen ser considerados como empleados (aunque más tarde los electores respaldaron una proposición que las eximía de estas obligaciones).
“Este veredicto tendrá implicaciones de gran alcance para todos los operadores de la gig economy y hará que sea más difícil para las empresas que involucran a personas a través de plataformas digitales afirmar que son autónomos, a pesar de la documentación contractual indique lo contrario”, dijo Helen Crossland, del bufete de abogados británico Seddons, a la CNBC.
Yaseen Aslam, presidente de App Drivers & Couriers Union y uno de los demandantes, dijo a Business Insider que el dictamen tendrá consecuencias para millones de trabajadores precarizados. “Estas empresas, como Uber, dependen de personas vulnerables a las que podrían explotar y que no entienden la ley o no saben cómo hacer valer sus derechos”, afirmó.
“A los conductores de Uber se les vende cruelmente un falso sueño de flexibilidad infinita y libertad empresarial. La realidad ha sido un salario ilegalmente bajo, horas peligrosamente largas y una intensa vigilancia digital”, complementó James Farrar, secretario general del gremio.