Hace algunos días se confirmó la llegada de la variante Delta a Nueva Zelanda, uno de los países que mejor ha gestionado la pandemia.
De esta manera, la nación oceánica dio fin a seis meses sin ningún nuevo contagio, lo que antes había sido destacado como un logro.
Sin embargo, el nuevo escenario obligó a la adopción de medidas sanitarias, como la utilización de mascarillas y la implementación de cuarentenas, que habían sido descontinuadas debido a la aparente mejoría que mostraba el país.
Este lunes 30 de agosto, las autoridades sanitarias decretaron la extensión del confinamiento en Auckland debido a la propagación de Delta.
Por esto, varios se cuestionan si la estrategia adoptada frente a la crisis fue la más acertada.
Sistema sanitario en aprietos
Estos cuestionamientos vinieron de Chris Hipkins, ministro responsable de la gestión del COVID-19 en Nueva Zelanda. En una entrevista, la autoridad sanitaria afirmó que la variante Delta planteó grandes preguntas sobre el futuro a largo plazo de lo que tenían proyectado.
“La escala del riesgo de contagio y la velocidad a la que se propaga el virus es algo que, pese a toda la mejor preparación en el mundo, puso a nuestro sistema sanitario en aprietos”, dijo en conversación con TVNZ.
“Eso significa que todas las protecciones que tenemos ahora parecen menos adecuadas y menos sólidas. Como resultado de eso, estamos siendo muy minuciosos acerca de qué más podemos hacer allí. En algún momento tendremos que empezar a ser más abiertos”.
A principios de mes, la primera ministra Jacinta Ardern había anunciado la reapertura de las fronteras. Sin embargo, esta medida tuvo que ser anulada debido a la propagación de la variante Delta.
El escenario sanitario en Nueva Zelanda es incierto, ya que 80 por ciento de sus habitantes no se ha vacunado. Esto podría cambiar la opinión general que existe sobre la nación oceánica respecto a su gestión de la crisis.
“Esta vez, la gente es mucho más escéptica acerca de cómo el Gobierno ha manejado todos los problemas relacionados con el COVID, especialmente en relación con la campaña de vacunación, que se considera demasiada lenta”, explicó Bryce Edwards, analista político de la Universidad de Victoria.