No es una novedad que, debido al coronavirus, muchos nos hemos visto forzados a trabajar en casa. Para numerosos trabajadores esta puede haber sido una buena noticia, dado que no son pocos los que sueñan con hacer esto. Mi caso es el contrario: prefiero ir a la oficina. Sin embargo, debo admitir que tras un mes de estar trabajando en casa, mi perspectiva ha cambiado un poco.
La ausencia de un monitor era mi principal desafío, pues se me dificulta trabajar en una pequeña pantalla de 13 pulgadas únicamente. Ahora cuento con dos monitores, además de un escritorio y una silla de oficina. Esos tres elementos han cambiado completamente mi perspectiva del trabajo en casa. (Consejo: si no quieres gastar dinero en un monitor, puedes conectar tu laptop al televisor a través de un cable HDMI).
Claro, debo admitir que no todos contamos con espacio suficiente para un escritorio. En lo personal, decidí instalarlo en la sala; a pesar de no tener un estudio aparte, el escritorio es una superficie que solamente utilizo al trabajar, lo que me ayuda a separar el trabajo de la vida privada.
Ahora hablemos de la silla. Fue un insumo que compré hace poco, pues la espalda no aguanta ocho horas sentada en una silla que carezca de soporte lumbar. Es esencial al trabajar en casa.
No hay duda de que mi opinión ha cambiado. El coronavirus me enseñó a apreciar más las bondades del trabajo en casa, porque puedo dormir un poco más cada día y no pierdo tiempo en transporte. Sin embargo, dos pequeños detalles continúan atormentándome.
El primero es no contar con un escritorio que sube y baja. ¿La solución? La mesa de planchar. Cuando me canso de estar sentada, me desplazo con mi laptop hacia un rincón, en un pasillo de mi apartamento, donde instalé permanentemente la mesa de planchar y un monitor viejo. Dado que sigue siendo un poco baja, puede llegar afectar el cuello, pero eso lo puedes solucionar poniendo unos libros o una caja debajo de la laptop o el monitor. No es lo ideal, pero es mejor que nada.
El segundo detalle es un poco más psicológico: extraño la oficina. Puede que esto esté relacionado con la necesidad innata del ser humano de socializar. Ver caras distintas en el camino a la oficina, incluso compartir un espacio de trabajo con otra gente. La charla ocasional con el compañero de trabajo sin la necesidad de planear una reunión en Zoom. Curiosamente, un sitio web te provee los sonidos de la oficina en caso de que quieras intentar recrear este espacio en casa.