Dennis A. Muilenburg ha dejado su cargo como CEO de Boeing, que entró en una crisis sin precedentes tras la caída de dos aeronaves 737 Max.
El actual presidente, David L. Calhoun, tomará el mando de la firma una vez que deje sus restantes compromisos. Mientras tanto, el puesto será ocupado interinamente por el director financiero, Greg Smith.
«Creo firmemente en el futuro de Boeing y el 737 Max. Me siento honrado de liderar esta gran compañía y los 150,000 empleados que están trabajando arduamente por el futuro de la aviación», sentenció Calhoun.
Según indicó el consejo de administración a través de un comunicado de prensa, el cambio busca “restaurar la confianza en el avance de la compañía a medida que trabaja para reparar las relaciones con los reguladores, los clientes y todos los demás involucrados».
El texto entregado a los medios por la compañía con sede en Chicago deja espacio para las especulaciones respecto de la salida de Muilenburg, pues primero indica que el ejecutivo renunció, pero poco después atribuye a su directorio la decisión de su partida.
Independiente de los entretelones del cambio, lo cierto es que la firma fue golpeada por dos accidentes protagonizados por su nueva aeronave 737 Max.
La primera tragedia ocurrió el 29 de octubre de 2018, cuando el vuelo 610 de Lion Air se estrelló poco después del despegue, con un saldo de 189 fallecidos. El 10 de marzo de 2019, algo parecido ocurrió con el vuelo 302 de Ethiopian Airlines, hecho que le causó la muerte a 157 personas.
Los siniestros implicaron que todas las unidades del modelo terminaran quedándose en tierra y, pocos meses más tarde, que su producción se interrumpiera hasta nuevo aviso.
A finales de 2019, Boeing sufrió otro duro golpe, cuando la aeronave Starliner, que desarrolla en conjunto con la NASA para llevar turistas al espacio, tuvo un bochornoso despegue en su primer vuelo de prueba.