Un grupo de científicos descubrió un nuevo tipo de planetas, a los cuales se les conoce como “cáscara de huevo”. Estos orbitan estrellas distantes (por lo que se trata de exoplanetas) y, tal como su nombre sugiere, tienen una capa exterior ultrafina y quebradiza.
Esto quiere decir que los nuevos planetas no podrían sostener placas tectónicas, y por esa razón ha surgido la duda sobre la posibilidad de que sean habitables.
Es por eso que un equipo internacional de geólogos con sede en Estados Unidos, Suiza, Francia y la Universidad de St Andrews de Escocia desarrollo un nuevo modelo computacional, el cual ayudará a identificar si los planetas recién descubiertos podrían sustentar la tectónica de las placas de forma similar a la Tierra para agregar una nueva dimensión geológica a la clasificación de exoplanetas.
“El nuevo modelo proporciona una plantilla con la cual se puede predecir la naturaleza de las placas tectónicas en exomundos. Se podría decir que buscamos un nuevo parámetro de planeta Ricitos de oro, pero en lugar de la temperatura adecuada para el agua, queremos explorar las condiciones adecuadas para la tectónica de las placas”, aseguró el doctor Sami Mikhail de la Facultad de Ciencias de la Tierra y el Medio Ambiente de la Universidad de St Andrews.
Los científicos creen que las placas tectónicas de la zona de subducción, similares a la Tierra, son un componente importante para que los planetas sean habitables, pero no solo porque son los procesos geológicos más parecidos a los de la Tierra reconocidos por la ciencia.
La reacción en cadena de las placas tectónicas se ve reforzada por el vulcanismo y la meteorización química, y ambas actividades han perdurado durante miles de millones de años. Estos dos factores, combinados con la presencia de algo de agua, son los que regulan el clima de la Tierra y mantienen al planeta habitable.
“La Tierra es única en el sistema solar. Sin embargo, solo hay otros tres planetas rocosos: Mercurio, Venus y Marte, y también son distintos entre sí. Los astrónomos han descubierto más de 4,000 planetas orbitando otras estrellas, conocidos como exoplanetas. ¿Alguno de estos se parece a la Tierra? ¿Qué quiere decir ‘similar a la Tierra’? ¿Y cuán representativos son los planetas de nuestro sistema solar para el cosmos más amplio?”, comentó el doctor Sami Mikhail.
El equipo detrás de esta investigación ejecutó un gran conjunto de modelos computacionales con el objetivo de observar cómo las combinaciones de propiedades planetarias y estelares influyen en el grosor de la capa exterior de un cuerpo planetario.
Lo que predijeron estos modelos fue que los mundos que son pequeños, viejos o que están lejos de su estrella probablemente tengan capas gruesas y rígidas. Sin embargo, en algunas circunstancias los planetas podrían tener una capa exterior quebradiza de solo unos pocos kilómetros de espesor, los que reciben el nombre “cáscara de huevo”.
De acuerdo con los investigadores, estos planetas con capas frágiles pueden ser similares a las tierras bajas de Venus, y el término podría aplicarse potencialmente a por lo menos tres de esos planetas extrasolares que ya se conocen.
La capa exterior de un cuerpo planetario rocoso es generalmente rígida y se comporta de manera quebradiza, y el grosor de esta capa es importante para gobernar numerosos aspectos del carácter geológico de ese cuerpo, que incluye la capacidad de soportar la tectónica de las placas e incluso retener las condiciones habitables en la superficie.
Por otro lado, los factores inherentes al planeta, como el tamaño, la temperatura interior, la composición e incluso el clima, afectan el grosor de esta capa exterior, aunque también lo hacen los factores específicos de la estrella anfitriona, como la luminosidad y la lejanía.
Para la investigación sobre la capa exterior se consideraron varios factores, como el tamaño del exoplaneta, la distancia desde la estrella anfitriona, la temperatura de la superficie y la temperatura interna. Y con esto se descubrió que la temperatura de la superficie era más importante que todos los otros factores, que incluyen la temperatura interna del planeta.
Según el equipo, los planetas “cáscara de huevo” tienen costras frágiles de solo un kilómetro de profundidad, mientras que la Tierra y Marte tienen hasta profundidades de 40 y 100 kilómetros, respectivamente.
Los investigadores creen que el modelo desarrollado debería usarse para predecir a qué exoplanetas se les da tiempo de telescopio para investigaciones planificadas y futuras. Estas tienen como objetivo determinar la química de las atmósferas alrededor de un exoplaneta para encontrar evidencia de procesos geoquímicos activos y marcas dejadas por una supuesta biología más allá de nuestro sistema solar.
Paul Byrne, profesor asociado en el departamento de ciencias terrestres y planetarias de la Universidad de Washington en St. Louis y quien es el primer autor de la investigación publicada en el Journal of Geophysical Research: Planets, dijo: “Nuestro objetivo general va más allá de comprender los altibajos de los exoplanetas”.
“En última instancia, queremos ayudar a identificar las propiedades que hacen que un mundo sea habitable. Y no solo temporalmente, sino habitable durante mucho tiempo, porque creemos que para que haya vida probablemente se necesita un periodo para ponerse en marcha y volverse sostenible”, aseguró Byrne, quien agrega que la pregunta fundamental detrás de esta investigación es: “¿Estamos solos?”.