La Estación Espacial Internacional (ISS) se retirará del servicio en 2031, momento en el que habrá pasado tres décadas orbitando la Tierra.
Pero la NASA no quiere dejar la instalación de 356 pies de largo (109 metros) a la deriva en órbita, ya que se sumaría a la creciente cantidad de basura espacial peligrosa que ya está en órbita terrestre baja y correría el riesgo de crear aún más si colisionara con otro objeto.
Para garantizar su destrucción segura, la agencia espacial utilizará un llamado «remolcador espacial», oficialmente conocido como el Vehículo de Desorbitación de los Estados Unidos (USDV), para guiar a la ISS a una posición segura con la cual descenderá a gran velocidad y se quemará principalmente en la atmósfera de la Tierra. Sin embargo, algunas partes podrían sobrevivir al rápido descenso, por lo que la maniobra de desorbitación debe planificarse y ejecutarse cuidadosamente para eliminar la posibilidad de que cualquier trozo de la ISS aterrice en un área poblada.
En preparación, la NASA recientemente pidió propuestas para un nuevo diseño de remolcador espacial, o modificación de una nave espacial existente, para ayudar con la maniobra crucial de desorbitación, y agregó que se espera que el diseño seleccionado tarde años en desarrollarse, probarse y certificarse.
Según los comentarios hechos en marzo por Kathy Lueders, la entonces jefa del programa de vuelos espaciales tripulados de la NASA, el costo final del remolcador podría alcanzar casi $ 1 mil millones.
La NASA y sus socios habían estado considerando usar una nave espacial rusa Progress para llevar a cabo la operación de desorbitación, pero ahora se ha decidido que una nueva solución de nave espacial proporcionaría capacidades más robustas para lo que la NASA describió como una desorbitación «responsable».
Estados Unidos, Japón, Canadá y los países participantes de la ESA (Agencia Espacial Europea) se han comprometido a operar el puesto orbital hasta 2030, mientras que Rusia mantendrá cosmonautas a bordo hasta al menos 2028.
El diseño, la construcción y el despliegue de la ISS llevaron la innovación en ingeniería al límite y promovieron tanto la investigación científica como la cooperación internacional. Pero el diseño envejecido de la estructura está empezando a mostrarse, y el mantenimiento se está volviendo cada vez más desafiante ante el aumento de los costos.
Con la NASA dispuesta a mantener una presencia humana fuera de la Tierra, la agencia está recurriendo a una serie de empresas privadas que tienen ambiciones de desplegar sus propias estaciones espaciales en los próximos años.