El Tucker 48 es quizás uno de los grandes fracasos de la historia del automóvil. Lo que comenzó como un gran sueño después de la Segunda Guerra Mundial terminó en un fracaso estrepitoso debido a un torbellino de publicidad negativa lanzada en los medios, además de problemas políticos y económicos. La historia de Preston Tucker y su Tucker 48 llegó también a convertirse en uno de los mejores ejemplos de arrogancia corporativa y explotación mediática en la historia de Estados Unidos.
En contraposición a las posturas “estancadas” de los Tres Grandes de Detroit (General Motors, Chrysler y Ford), Preston Tucker fundó Tucker Corporation en 1944. Antes de desaparecer, Tucker produjo un modelo para competir con los bastiones automotrices de Detroit. Conocido como el «48» por su año de presentación (1948), solo 51 ejemplares salieron de la fábrica antes de que Tucker Corporation cesara sus operaciones en 1949.
Debido a su rareza, los Tucker 48s originales (existen algunas réplicas) son considerados algo así como el oro automotriz en el mundo de los automóviles clásicos y antiguos. Cuando un 1948 Tucker apareció en el programa de NBC It’s Worth What? en 2011, se dijo que tenía un valor de $ 1.2 millones. Ahora, la casa de subastas RM Sotheby’s acaba de anunciar que un nuevo Tucker 48 se rematará en Arizona a finales de este año bajo el lote número 137. Pero lo verdaderamente excepcional aquí es que no sólo se trata de uno de los 51 Tucker 48 fabricados: es el Tucker 48 que fue utilizado por el propio Preston Tucker.
Según se ha dicho, este auto en concreto fue utilizado en la película promocional original Tucker: The Man and the Car, hecha para publicitar el vehículo en el otoño de 1948. Luego sirvió como una unidad de prueba para altas velocidades en el Indianapolis Motor Speedway. Al dejar de usarlo para esos propósitos, el mismo Preston se hizo cargo de esta unidad, usándolo él y su familia como medio de transporte durante siete años.
Desde entonces, ha cambiado de manos numerosas ocasiones, especialmente entre algunos de los coleccionistas más famosos del mundo. Uno de estos fue Winthrop Rockefeller, el aspirante a Gobernador de Arkansas en 1955 y miembro de la familia del archiconocido magnate industrial estadounidense, quien compró este carro (que lleva el número de producción 1029) ese mismo año.
Las estimaciones de RM Sotheby’s sobre este Tucker 48 número 1029 hablan de un precio final que oscilará entre $1.25 y $1.5 millones, esto cuando el martillo caiga y cierre las sesiones de licitación. Se incluye toda la documentación original de las propiedades anteriores, junto con los registros de kilometraje y de servicios que prueban de manera fehaciente los (sólo) 19,199 km que aparecen en el cuentakilómetros. A lo largo de su historia, la pintura de su carrocería ha sido restaurada, y se ha re-tapizado también su interior.
No son los $38 millones pagados por el Ferrari 250 GTO 1962 en la subasta de Pebble Beach de 2014. Pero cualquier automóvil que cuesta tanto como una casa (y más) sigue siendo lago impresionante.
A diferencia de otros fabricantes de la época, Tucker optó por un enfoque más innovador y revolucionario, intentando producir un automóvil nuevo con un estilo moderno y lleno de características innovadoras. Por ejemplo, especificó que su automóvil debería tener un bloque de aluminio refrigerado por agua, con inyección de combustible, motor plano de seis cilindros en popa (como en un Volkswagen Beetle), frenos de disco en las cuatro ruedas y suspensión independiente, además de un diseño céntrico del tablero interior.
Sin embargo, la política y una serie de problemas iniciales impidieron a Tucker desarrollar todos sus planes. El escrutinio inconsistente y la presión de la Comisión de Bolsa y Valores obligaron a Preston Tucker a prestar atención a otras cosas, retrasando gran parte de los progresos necesarios para iniciar la producción de su Tucker 48. Cuando el automóvil debutó por primera vez, los medios criticaron duramente algunos de los prototipos originales del Tucker 48 por mal funcionamiento, cuando en realidad estaban incompletos.
La presión de Comisión de Bolsa y Valores, sumado a distintas acusaciones que más tarde se revelaron como falsas y sin fundamento, no hicieron sino aumentar la prensa negativa contra Tucker. Y a pesar de haber conseguido la absolución total, el daño ya estaba hecho. Tucker Corporation cerró para siempre sus puertas en 1949.