En el deporte y, específicamente, el automovilismo, es impresionante lo rápido que pueden cambiar las cosas.
Durante décadas, Toyota simplemente no pudo dar pie con bola en las 24 Horas de Le Mans, una carrera que forma parte de la “triple corona” del automovilismo mundial, que integran las 500 Millas de Indianápolis y el Gran Premio de Mónaco de la Fórmula 1.
El mayor fabricante de vehículos de Japón jamás pudo conseguir el primer puesto hasta que Audi y Porsche, que suman 32 victorias en 84 ediciones, se retiraron de la clase superior LMP1, reservada para híbridos. La nipona logró su primera victoria en 2018 y repitió la hazaña con un contundente doblete en la última prueba, hito que la convirtió en el primera constructor de su país en sumar un par de triunfos. Anteriormente, solo lo había obtenido Mazda, con un 787B en 1991.
Como el único equipo oficial en la serie de honor, Toyota siempre corrió como favorito para ganar este 2019. Suponiendo que sus dos híbridos TS050 no experimentaran ningún problema técnico (una posibilidad siempre latente durante una competencia tan prolongada y extenuante), la pregunta era cuál de sus bólidos cruzaría la línea de meta.
En definitiva, el más ligero fue el coche con el número “8”, conducido por Fernando Alonso, Sebastien Buemi y Kazuki Nakajima, el mismo trío campeón de 2018. En su condición de bicampeón de la Fórmula 1, el español está explorando nuevas opciones competitivas después de varias campañas intrascendentes en la máxima serie del automovilismo mundial. Su objetivo es transformarse en el segundo piloto de la historia en probarse la “triple corona”, honor que le corresponde exclusivamente al británico Graham Hill desde 1972.
El resultado no estuvo exento de controversia. Hacia el final de la carrera, el otro bólido de la escudería Toyota Gazoo Racing, conducido por Mike Conway, Kamui Kobayashi y José María López, estaba a la cabeza. En la vuelta 367° de 385, un sensor indicó que uno de los neumáticos estaba pinchado. Pero el sensor estaba defectuoso y, cuando el vehículo entró a los pits, se cambió la goma equivocada, según explicó el equipo. Eso fue suficiente para entregarle en bandeja el liderato al triunvirato conformado por Alonso, Buemi y Nakajima.
Las 24 Horas de Le Mans incluye una combinación de autos especialmente diseñados para la competición, llamados prototipos, y otros basados en modelos de producción. La segunda de las series ofreció una buena dosis de emoción. Ford esperaba quedarse con el primer puesto del podio en la despedida del GT, el mismo sentimiento que rondaba en BMW para el M8. Paralelamente, Aston Martin estrenada su Vantage en el 60° aniversario de su única victoria en la prueba más tradicional del calendario de la resistencia. La vigésima aparición consecutiva de Corvette Racing fue probablemente la última para la actual unidad con motor delantero, que pronto será reemplazado por radicalmente diferente, con el propulsor ubicado en el centro.
Una victoria para cualquiera de esos equipos hubiera significado escribir una gran historia, pero al final fue un Ferrari 488 GTE Evo, registrado por los italianos de AF Corse, el que culminó al tope de las clasificaciones de la clase GTE Pro. Un Ford GT de la escudería privada estadounidense Keating Motorsports ganó el trofeo de clase GTE Am, brindando algo de consuelo a la marca del óvalo azul.
Las 24 horas de Le Mans 2019 marcaron el final de una era. Fue el último año en que la carrera fue encabezada por los híbridos LMP1, como el Toyota TS050. Los vehículos fueron sinónimo de impresionantes logros tecnológicos, pero resultaron ser demasiado caros para ser sostenibles. Prueba de ello fue que Toyota se mantuvo como el único equipo oficial en competencia en la clase superior los últimos dos años. Aunque las autoridades de la prueba han adaptado los reglamentos para cerrar la brecha entre el gigante japonés y los vehículos de estructuras particulares, el Gazoo Racing siguió siendo inmensamente superior. Con tal nivel de disparidad, reflejado en un vehículo virtualmente imparable, la competencia se tornó muy poco atractiva.
A partir de 2020, la serie superior de Le Mans estará pensada en los “hiperautos”, de tal manera de alentar a los fabricantes a competir con sus autos de producción más rápidos. Al menos, Toyota planea mantenerse en competencia bajo el nuevo formato y ya tiene un retador: Aston Martin y su ligero Valkyrie. ¿Serán suficientes las nuevas reglas para que este espectáculo nacido en 1923 logre rejuvenecerse?