En 1957, cuando comenzó en España la producción del Seat 600, equiparlo con control de luces automático era, si no bastante complejo, imposible. Para qué hablar de instalar en su cabina un televisor. Menos un motor eléctrico.
Seis décadas más tarde y en el marco de la clase de Tecnología Industrial, un grupo de 12 alumnos del colegio San Patricio de Madrid hicieron realidad esa fantasía, que incluyó placas solares en el techo y la digitalización del interior, con pantalla táctil mediante, entre otras innovaciones.
“El 600 era perfecto. Al pesar poco, se necesitaba menos batería y un motor más pequeño”, relató el profesor Manuel Amor sobre el proyecto que involucró al citycar, homólogo ibérico del italiano Fiat 600 y pariente –una especie de tío abuelo- del actual Fiat 500.
La marca del Grupo Volkswagen destacó la “revolución” que implicó combinar un modelo histórico con jóvenes que rondan los 18 años, pertenecientes a la generación Z, compuesta por los nacidos entre mediados de los 90 y 2010.
“Ha sido muy interesante ver cómo los estudiantes se imaginaron el coche del futuro y cómo lo han convertido en una realidad”, señaló el maestro sobre el proceso que tomó 150 horas de trabajo y para cuya materialización requirieron solamente 10 nuevas piezas.
Según el educador, “el proyecto es un ejemplo de economía circular”, pues sus alumnos debieron reparar y reciclar insumos, además de “crear todas las piezas de acople del motor desde cero para poder construir el nuevo propulsor eléctrico”.
“Cuando teníamos que presentar el automóvil, empezó a salir humo. Pensamos que ya estaba todo perdido. Por suerte, decidimos no tirar la toalla. En ese momento revisamos las conexiones, vimos lo que estaba mal y sustituimos el fusible que se había quemado”, afirmó el maestro.
Apodado “Pelotilla”, “Seíta” y “Seílla”, el modelo es calificado por la marca como “uno de los más emblemáticos y queridos en España”. Fabricado hasta 1973, 794.406 unidades fueron vendidas a lo largo de 16 años.
Mayormente desconocedores de la historia del carro, lo que más les llamó la atención a los muchachos del colegio San Patricio fue imaginar cómo una familia completa podía viajar dentro de tan compacto vehículo.
“Los más sorprendidos han sido los abuelos, que han visto un vehículo de su época revivido con la última tecnología”, finalizó el profesor Amor.