El mundo reaccionó con fuertes cuestionamientos a la invasión militar de Ucrania orquestada por el Kremlin. Los reproches políticos abundan y las sanciones económicas se multiplican. El escenario se complejiza luego de que los fabricantes de automóviles, camiones y motocicletas decidieran suspender sus operaciones en Moscú.
No solo la comercialización de carros y motos se ha visto desfavorecida por las hostilidades, sino también la fabricación. Las interrupciones de la cadena de suministro causadas por la pausa del traslado marítimo hacia y desde la nación euroasiática implicó también el desbarajuste para el ensamblaje de vehículos.
Una de las marcas que detuvo su producción en Rusia fue Toyota Motor Corporation. Gracias a su planta en la ciudad de San Petersburgo, la japonesa abastece al mercado interno con modelos como el familiar RAV4 o el sedán Camry.
El coloso estadounidense General Motors suspendió sus exportaciones a Rusia hasta nuevo aviso. La matriz de Chevrolet, Cadillac, GMC y Buick GM comercializa anualmente alrededor de 3,000 unidades en ese país, de acuerdo con TechCrunch.
Una decisión similar adoptó Volkswagen, que aguardará conocer en detalle las sanciones económicas impuestas por la Unión Europea y Estados Unidos contra Moscú. Por su parte, Skoda, la marca checa que forma parte del mismo grupo alemán, limitará su producción en las plantas rusas.
“La estrategia de ventas es objeto de intensos análisis. En vista de los recientes acontecimientos, es de esperar que las ventas caigan en ambos países”, admitió la firma, que tenía en Rusia uno de sus principales mercados.
Hyundai fabrica más de 200,000 unidades cada año en San Petersburgo, lo cual representa 27.2 por ciento de la producción interna. The Wall Street Journal informó que, en primera instancia, el fabricante coreano interrumpiría sus operaciones hasta el 5 de marzo a causa de la escasez de materias primas, partes y piezas.
El grupo Renault-Nissan-Mitsubishi es otro actor relevante en problemas. Al reconocer “cuellos de botella logísticos”, la casa francesa fue la primera en detener operaciones en sus plantas de ensamblaje rusas. Según la consultora IHS Markit, la marca del rombo ostenta cerca de 40 por ciento de la producción interna de vehículos.
Con tres fábricas en operaciones, una de ellas ubicada en Moscú, los galos ensamblan en el país de Vladímir Putin variedades como Kaptur, Duster, Nouveau Duster y Arkana, además de la camioneta mediana Nissan Terrano.
Mitsubishi Motors tiene una planta en la ciudad de Kaluga, al sureste de la capital rusa, que también corre riesgo. La japonesa fabrica allí no solo vehículos con el emblema de los tres rombos, sino también para las francesas Peugeot y Citroën.
Mientras tanto, la alemana BMW interrumpió todas sus exportaciones hacia el mercado ruso y definió el cese de sus operaciones locales por falta de suministros. Lo mismo resolvieron las británicas Jaguar Land Rover y Aston Martin.
Entre los productores de camiones, el panorama no pinta mejor. Daimler Truck disolvió su alianza con el local Kamaz. La matriz alemana anunció también que se desharía de 15 por ciento de participación que tiene en la rusa. Determinaciones muy parecidas tomaron los ejecutivos de AB Volvo.
Aunque apenas cuenta con 10 concesionarios en Rusia, Harley-Davidson también se plegó a la tendencia: la casa estadounidense de motocicletas detuvo sus envíos a la nación euroasiática.