Sinónimo de terremotos violentos, erupciones catastróficas y tsunamis devastadores, el Cinturón de Fuego del Pacífico es la zona del planeta que tiene el récord de poseer algunos de los desastres naturales más asoladores. Pero ¿qué es realmente y cuál es su relación con fenómenos como la erupción volcánica submarina en Tonga de enero de 2022?
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Qué es el Cinturón de Fuego del Pacífico
El Cinturón de Fuego del Pacífico, también llamado Anillo de Fuego, es una extensa región del océano del que toma su nombre, donde se registra cerca de 90 por ciento de los terremotos de todo el planeta. Además, en este lugar hay más de 450 volcanes, 75 por ciento de los que existen en todo el mundo.
Esta zona comprende un área de unas 25,000 millas cuadradas (40,000 kilómetros cuadrados) y abarca desde la costa oeste de América del Norte hasta el extremo sur del macrocontinente, desplazándose hacia la Polinesia, Oceanía y el sureste asiático.
Pero ¿qué es lo que explica la intensa actividad sísmica y volcánica? Esta área es el punto de fricción de varias placas tectónicas (Pacífico, América del Sur, Nazca, América del Norte, Filipinas y Australia), que están en permanente movimiento sobre el manto terrestre.
Cuando estas placas chocan entre sí, la más pesada se desliza bajo la más liviana varios centímetros por año, lo que acumula grandes tensiones que se liberan en forma de sismos o terremotos. Además, cuando la placa que se hunde toma contacto con el manto, transformándose en el magma que da origen a nuevos volcanes.
Entre los países que forman parte de esta zona se encuentran Estados Unidos, Canadá, México, Nicaragua, Guatemala, Panamá, El Salvador, Costa Rica, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile en el continente americano.
Además, cruza territorios como Rusia, Japón, Filipinas, Nueva Zelanda, Singapur, Indonesia, Tuvalu, Kiribati, Malasia, Fiyi, Micronesia, Palaos, Papúa Nueva Guinea y Samoa.
Tres mitos sobre el Cinturón de Fuego del Pacífico
¿Los terremotos pueden provocar erupciones volcánicas?
Aunque se han reportado casos de erupciones volcánicas después de grandes terremotos, los datos científicos muestran que esta relación no es causal.
Un estudio de 2013 publicado por la revista Nature Geoscience descubrió que dos grandes terremotos, de magnitud 8.8 en Chile en 2010 y 9.0 en Japón en 2011, no solo no desencadenaron erupciones, sino que los volcanes cercanos incluso se hundieron, en lugar de elevarse.
Además, existe una distancia de 100 millas o más entre la mayoría de los colosos y las fallas más grandes, por lo que la relación también pierde fuerza.
De esta manera, los terremotos son el resultado del desplazamiento de las placas tectónicas, no de los flujos de magma, y solo tienen un efecto débil sobre los volcanes.
¿Los grandes terremotos son los más dañinos?
Aunque se cree que los terremotos de mayor magnitud y en lugares donde están las principales fallas del Cinturón de Fuego son los más peligrosos, los datos muestran que no es así.
El investigador John Vidale, de la Universidad de Washington, reveló que solo un terremoto mayor a la magnitud 8.0 grados en la escala de Richter –que mide la liberación de energía– está en la lista de los 16 más mortíferos, mientras que un tercio tuvo magnitudes de menos de 7.5.
Al respecto, recordó que Christchurch, en Nueva Zelanda, tuvo que ser reconstruida tras un terremoto de 6.3 en 2011. O el sismo 6.9 grados que azotó a Kobe, Japón, en 1995. En Estados Unidos, el terremoto más dañino fue el de 1994 en Northridge, California, con 6.7 grados.
¿Los tsunamis son la peor consecuencia de los terremotos?
Los tsunamis de Indonesia (2004) y Japón (2011) cobraron las vidas de 300,000 personas. Sin embargo, tanto en Estados Unidos como en otros países dentro del Cinturón de Fuego, las mayores pérdidas de vidas son provocadas por los propios movimientos telúricos.
El tercer tsunami más mortífero del siglo pasado dejó un saldo de miles de personas fallecidas, pero solo en los últimos 40 años una docena de terremotos mataron a más de 10,000 cada uno.