En el último día de 2020 y con “condiciones”, China aprobó la vacuna contra el COVID-19 desarrollada por una filial del gigante farmacéutico Sinopharm, el primer antídoto chino en recibir la autorización para combatir la enfermedad respiratoria.
La decisión podría acelerar el proceso de vacunación a nivel global, considerando que muchos países de América Latina están a espera de los antídotos desarrollados por laboratorios chinos.
Basándose en datos preliminares, el Instituto de Productos Biológicos de Beijing, una unidad de China National Biotec Group (CNBG), filial de Sinopharm, reveló el miércoles 30 que su vacuna BBIBP-CorV tenía una efectividad del 79.34 por ciento para prevenir la enfermedad.
La medida de la autoridad sanitaria local llega después de que el antídoto también fuera aprobado en los Emiratos Árabes Unidos, donde había alcanzó 86 por ciento de efectividad en las pruebas locales.
El rendimiento de estas vacunas es inferior a las de Pfizer y BioNTech (95 por ciento), Moderna (94.5 por ciento) y AstraZeneca-Oxford (hasta 90 por ciento, 70 por ciento promedio), que ya han sido aprobadas en países occidentales.
De todos modos, los ensayos clínicos de Sinopharm aún están en curso, por lo que las autoridades locales esperan más datos.
Aunque China ha avanzado más lento en la aprobación de las vacunas que otros países, las autoridades han desarrollado desde julio de 2020 un programa de inmunización de emergencia, basado en dos antídotos de CNBC y uno de Sinovac Biotech.
A la fecha, al menos 4.5 millones de personas de grupos de alto riesgo, como el personal de salud, ya se han vacunado.
Actualmente, cuatro vacunas desarrolladas en China han alcanzado la fase 3 de pruebas clínicas: dos de Sinopharm, una de Sinovac y otra de CanSino Biologics.
Cómo funciona la vacuna de Sinopharm
La vacuna BBIBP-CorV funciona enseñando al sistema inmunológico a producir anticuerpos contra el virus SARS-CoV-2, que se adhieren a las proteínas virales, según consigna The New York Times.
Para desarrollar la vacuna, los investigadores obtuvieron variantes del coronavirus de pacientes chinos y escogieron la que se replicaba con mayor velocidad. Cuando obtuvieron grandes reservas, rociaron los coronavirus con una sustancia química llamada beta-propiolactona, que los inhabilitó. Una vez inactivados, los mezclaron con adyuvante, un compuesto basado en aluminio, que estimula la respuesta del sistema inmune.
Debido a que los coronavirus en BBIBP-CorV están muertos, se pueden inyectar en el brazo sin provocar COVID-19. Sin embargo, el sistema inmunológico puede responder a una infección de coronavirus vivos, produciendo anticuerpos que se adhieren a los invasores, atacando la proteína pico o bloqueándolos por otros medios.
Según Sinopharm, entre los inoculados menos del 0.1 por ciento desarrolló una fiebre leve y aproximadamente dos personas por millón desarrollaron “reacciones adversas relativamente graves”, como alergias.
Una de las ventajas respecto a vacunas como las de Pfizer-BioNTech y Moderna, es que las de Sinopharm no requieren temperaturas bajo cero para su almacenamiento, lo que facilita el transporte y la distribución.