La historia es bastante conocida en el mundo occidental. Según la Biblia, los Reyes Magos llegaron hasta el pesebre donde nació Jesús en Belén (hoy Palestina) hace más de 2,000 años, guiados por una magnífica estrella. Las representaciones actuales pintan ese astro, conocido como la Estrella de Belén, como uno tan brillante que bien pudo ser una nova o una supernova. En cambio, las más clásicas, pintadas hace ocho siglos, la muestran como un cometa.
¿Entonces, era la Estrella de Belén una estrella o un cometa?
En el siglo XII, el artista florentino Giotto di Bondone pintó alrededor de 1305 la Adoración de los Reyes Magos o la Epifanía. En ella se observa a los Reyes Magos adorando a Jesús; la imagen está iluminada por una estrella con cola que más bien luce como un cometa.
Varios expertos creen que Giotto detalló el astro de esa manera inspirado en el cometa Halley, que habría aparecido sobre Belén en el año 12 antes de Cristo (a. C.) y varios siglos después, en 1301, sobre Italia, apenas cuatro años antes de su Epifanía. Tiempo después, en 1705, el inglés Edmund Halley calcularía la órbita del cometa que iluminó a Giotto.
Esta explicación resuelve por qué la Estrella de Belén fue pintada con un cometa, pero no explica qué fue lo que vieron los Reyes Magos en el libro de Mateo.
Quien sí tiene una explicación es el astrofísico Grant Mathews, del Departamento de Física de la Universidad de Notre Dame, en Estados Unidos. Su explicación hace eco con un fenómeno bastante socorrido a finales de 2020: la conjunción planetaria.
Según Mathews, varios registros históricos, astronómicos y bíblicos apuntan que durante el equinoccio de primavera del año 6 a. C. se produjo una inusual alineación planetaria que hizo que el Sol, Júpiter, la Luna y Saturno estuvieran en la constelación de Aries, Venus estaba en Piscis, y Mercurio y Marte, en Tauro.
La fascinante alineación, que habría hecho lucir a los astros como un mismo ente brillantísimo, probablemente significó para los sacerdotes zoroastrianos de la antigua Babilonia y Mesopotamia, conocidos popularmente como Reyes Magos, el nacimiento de un gobernante en Judea.
Mathews afirma que el fenómeno fue extremadamente raro. Tanto que no ocurrirá en al menos 16,000 años, y al hacerlo, el equinoccio de primavera no estará en Aries. Ni siquiera, añade, en 500 mil años hacia el futuro se producirá una alineación similar.
El astrónomo Aleks Scholz, de la Universidad St. Andrews, en Escocia, tiene una teoría similar que involucra conjunciones planetarias.
Sostiene que en el año 7 a. C., Júpiter y Saturno se conjuntaron tres veces. En el 6 a. C. lo hicieron Júpiter, Saturno y Marte. Más tarde, en los años 3 y 2 a. C., sugiere conjunciones extraordinarias: Saturno con Mercurio, Saturno con Venus, Venus con Júpiter, Venus con Mercurio, y por último, Júpiter con Venus, con una cercanía tal que al ojo humano habrían parecido una estrella sumamente brillante.
Scholz agrega otro fenómeno: durante la misma época, Júpiter se movía alrededor de la brillante estrella Regulus.
Otras teorías sugieren que la Estrella de Belén fue en realidad una nova o una supernova. Sin embargo, no existen registros sobre su existencia.