El 28 de octubre de 1981, Lars Ulrich y James Hetfield fundaron Metallica, probablemente la banda de heavy metal más representativa de nuestra época.
Desde ese momento, la agrupación originaria de Los Ángeles ha tenido una exitosa carrera que la ha llevado a vender millones de copias en todo el mundo.
A lo largo de las décadas, el grupo ha sumado varios premios y algunas polémicas, una de las más importante la que mantuvo con Napster, el clásico programa de P2P que permitía descargar y compartir canciones en formato MP3.
El conflicto surgió cuando la banda se enteró de que una versión de I Disappear, la cual aún se encontraba en proceso para el soundtrack de Misión Imposible 2, había sido filtrada en Napster y ya se escuchaba en algunas emisoras de radio.
Esto ocasionó molestia entre los integrantes de Metallica que motivó una demanda en contra de la plataforma en una corte de California el 13 de abril del 2000.
Básicamente, la banda reclamaba que Napster facilitaba el intercambio de música protegida con derechos de autor, por lo que pedían 10 millones de dólares por concepto de daños.
A través de una empresa de consultoría, los músicos descubrieron que 350 mil personas compartían de forma ilegal su canción.
Pese a eso y a las solicitudes de la banda, nada pudo impedir que miles de usuarios siguieran compartiendo el registro.
Así, un año después, la justicia falló en favor de los artistas, por lo que Napster se vio obligado a filtrar todo el contenido de la agrupación.
El reclamo de Metallica motivó a otros músicos a exigirle al programa que retirara toda la música con derechos de autor que poseía. Esto terminó ocasionando el fin de Napster, aunque se ha reinventado de distintas maneras a lo largo de los años.
Un litigio revolucionario
La disputa de Metallica contra Napster marcó un verdadero cambio en la forma de consumir música. Luego de la polémica, surgieron nuevas plataformas y programas que ofrecían archivos en distintos formatos.
También dio paso a los negocios. Consciente del revuelo que se armó, Apple comenzó a vender música a través de iTunes.
Así se intensificaba el carácter revolucionario de la batalla legal impulsada por Metallica.
Las grandes compañías discográficas también advirtieron de que ya nadie consumía música de manera tradicional y las ventas de sus discos comenzaron a caer dramáticamente.
Así, no les quedó más que formar parte del cambio. Muchas de ellas empezaron a firmar acuerdos con las incipientes plataformas de streaming, especialmente con la más famosa de ellas, Spotify.
Hoy la popularidad de estas compañías continúa creciendo de forma acelerada, ganando millones de usuarios en todo el mundo, pero generando ganancias mínimas para los propios artistas.
De hecho, muchos de ellos han preferido mantenerse al margen de este nuevo sistema y promocionar su música a través de otras vías.
Los clientes, por su parte, a través de un pequeño pago mensual, pueden disfrutar de una vasta cantidad de música, prácticamente ilimitada.
En este nuevo escenario, vale la pena preguntarse quién es el más beneficiado con este nuevo modelo de negocios en torno a la industria musical o quién es el que ha resultado vencedor con aquella visionaria revolución impulsada hace veinte años por Metallica.