A través de su fundación, Bill Gates tiene una trayectoria de activismo de casi de 25 años, los últimos de los cuales los ha dedicado en buena medida a advertirles a los líderes del mundo sobre una pandemia como la iniciada en 2020.
De igual forma, el coronavirus sorprendió al planeta con la guardia baja, circunstancia que el filántropo y cofundador de Microsoft ha interpretado como una de sus mayores frustraciones personales.
«Desearía haber hecho más para llamar la atención sobre el peligro. Me siento terrible. El objetivo principal de hablar de eso era que podíamos tomar medidas y minimizar el daño”, dijo a The Wall Street Journal.
Digital Trends recordó que Gates comenzó a advertir sobre la amenaza de una enfermedad pandémica en 2014, a propósito del ébola. Al año siguiente, dio una charla TED, calificando a las enfermedades infecciosas como una amenaza todavía más grande que una guerra nuclear.
«Una epidemia es una de las pocas catástrofes que podrían hacer retroceder drásticamente al mundo en el mundo las próximas décadas», alertó el magnate ´por medio de The New England Journal of Medicine.
Gates reveló que trató de impresionar a los líderes mundiales con los que se reunió, incluido el entonces presidente electo Donald Trump en 2016, pero convencer a los políticos de gastar grandes cantidades de dinero en algo que no era una amenaza inmediata resultó imposible.
«Desearía que las advertencias que hicimos hubieran llevado a una acción global más coordinada. Mi esperanza ahora es que los líderes de todo el mundo, responsables de proteger a sus ciudadanos, tomen lo aprendido de esta tragedia e inviertan en sistemas para prevenir futuros brotes», manifestó.
La Fundación Bill y Melinda Gates ha comprometido $305 millones de dólares para combatir el coronavirus y espera invertir mucho más antes de que termine la pandemia, puntualizó Digital Trends.
Su postura lo han convertido en el blanco de teóricos de la conspiración, al tiempo que los vínculos de su fundación con la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo convirtió en el primero de los críticos del mandatario estadounidense cuando anunció el fin de los aportes.
El otrora hombre fuerte de Microsoft ha abogado por los cierres masivos para detener la propagación de la enfermedad y predijo que la vida podría comenzar a volver a la normalidad en junio. Poco después, su optimismo se desvaneció, diciendo que estaba “superpreocupado» por la segunda ola de COVID-19 que golpeó a su país en los estados que relajaron las medidas restrictivas.