“Una noche, tarde, estaba solo en casa cuidando a mi hijo y se me cayó al suelo el último frasco de alimento para bebes. Desesperado, tomé el auto y con el pequeño llorando en el asiento trasero, tuve que manejar más de 20 minutos hasta encontrar un supermercado abierto en una localidad vecina”.
De esta manera, Robert Iliajason, un experto en informática del pequeño pueblo de Viken (Suecia), relata cómo surgió su idea de crear el primer mini-mercado físico sin empleados, abierto las 24 horas del día y donde todo funciona a través de un teléfono inteligente.
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Los clientes utilizan sus celulares para desbloquear la puerta y escanear sus compras. Tan sólo tienen que registrarse en el servicio, descargar una aplicación y las compras se cargan a la tarjeta de crédito o de débito del usuario.
Todo está pensado para que el cliente lleve a cabo todo el proceso desde su teléfono, y, por el momento, la tienda tiene productos como leche, pan, azúcar, comida enlatada, pañales y otros productos básicos que uno espera encontrar en una pequeña tienda de la vecindad. Eso sí, no se venden bebidas alcohólicas, ni tabaco, ni fármacos por temor a los robos.
Los clientes pueden elegir los productos que quieren que la tienda venda, a través de la aplicación que incluye una sección donde los usuarios solicitan lo que creen que falta. “Si la gente quiere patatas fritas de pimienta en lugar de patatas con sal y vinagre, pueden pedirlo. Debemos preguntarle a la gente lo que quiere”, declaró el dueño en un reportaje a un periódico local.
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El empresario dijo que espera que la reducción de costos con la que se benefician estas tiendas por no necesitar personal permita la vuelta de los pequeños comercios a las zonas rurales. En las últimas décadas, estos establecimientos han cerrado dejando paso a supermercados más grandes, y, a menudo, a muchas millas de distancia.
«Mi ambición es expandir la idea a otros pueblos y a ciudades pequeñas», dijo Iliajason. «Es increíble que nadie haya pensado en esto antes».