Una Game Boy parece estar cumpliendo el sueño de muchos: una consola portátil que permita jugar de forma indefinida sin necesidad de baterías.
Pero este prototipo de Game Boy no es solo una réplica de la consola de mano de Nintendo de la década de los ’80, sino también un paso hacia la tecnología sostenible: se recarga con energía solar y con las pulsaciones de los usuarios.
El dispositivo, desarrollado por investigadores de la Universidad Northwestern y la Universidad Tecnológica de Delft de los Países Bajos, quiere llevar los límites de la computación intermitente sin batería al ámbito de la diversión y la interacción.
“Es el primer dispositivo interactivo sin batería que recolecta energía de las acciones del usuario. Cuando presionas un botón, el dispositivo convierte esa energía en algo que potencia tu juego”, afirma Josiah Hester, investigador de la Universidad Northwestern.
Los investigadores sostienen que los juegos sostenibles serán una realidad en el futuro. “Con nuestra plataforma, queremos hacer una declaración de que es posible crear un sistema de juego sostenible que brinde diversión y alegría al usuario”, asegura Przemyslaw Pawelczak, de la Universidad Tecnológica de Delft.
Rediseño total
Los investigadores crearon un prototipo sin batería y resistente a fallas basado en la Game Boy de 8 bits de Nintendo, una de las consolas de juegos portátiles más populares de todos los tiempos.
La plataforma de juego consciente de la energía (Engage, por sus siglas en inglés) tiene el tamaño y formato de la Game Boy original, pero además está equipada con un conjunto de paneles solares conectados en la parte frontal.
Las pulsaciones de botones por parte del usuario son una segunda fuente de energía.
Lo más importante es que se hace pasar por el procesador de Game Boy. Aunque esta solución requiere mucha potencia y, por lo tanto, energía, permite disfrutar cualquier juego retro desde el cartucho original.
Para garantizar una duración aceptable, los investigadores tuvieron que diseñar el hardware y el software del sistema desde cero.
Además, desarrollaron una técnica para almacenar el estado del sistema en una memoria no volátil, lo que minimiza la sobrecarga y permite una rápida restauración cuando vuelve la energía.
De esta forma, no es necesario guardar juegos como se ve en las plataformas tradicionales, sino que el jugador ahora puede continuar jugando desde el punto exacto en el que el dispositivo pierde la energía.
Una pausa cada 10 segundos
En un día no demasiado nublado, y en juegos que requieren cantidades moderadas de clics, la consola permite jugar durante diez segundos continuos con pausas de menos de un segundo.
Los investigadores consideran que es un escenario aceptable para algunos juegos, como el ajedrez, solitario o tetris, pero aún falta para que permita disfrutar de títulos de acción.
Cuando las condiciones de luz empeoran, también lo hace la experiencia del usuario. La inmersión también se ve comprometida, ya que los juegos carecen de sonido.
Los investigadores saben que queda un largo camino por recorrer antes de que las consolas de juegos portátiles del siglo XXI de última generación se queden sin batería. Sin embargo, la plataforma Engage es solo un primer paso en esta dirección.
El equipo presentará los resultados de su investigación el 15 de septiembre, en la conferencia UbiComp 2020, un evento virtual sobre sistemas interactivos