La historia bíblica de Noé sirvió de inspiración para la propuesta del investigador estadounidense Jekan Thanga: construir un arca en la Luna para asegurar las formas de vida de la Tierra.
Sin embargo, a diferencia de dos ejemplares de cada animal, Thanga propone almacenar semillas, esporas, espermatozoides y óvulos congelados criogénicamente de 6.7 millones de especies.
El arca lunar, propuesta durante la Conferencia Aeroespacial IEEE, fue descrita como una “póliza de seguro global moderna” por el investigador de la Universidad de Arizona.
El modelo del equipo para el arca subterránea incluye paneles solares que proporcionarían electricidad, al menos dos huecos de ascensor y módulos de preservación criogénica.
El investigador propone construir el arca en la red de tubos de lava descubierta bajo la superficie lunar, que la protegería de la radiación solar, los micrometeoritos y los cambios de temperatura.
Según las estimaciones de Thanga, transportar alrededor de 50 muestras de cada una de las 6.7 millones de especies requeriría alrededor de 250 lanzamientos de cohetes.
Como referencia, la construcción de la Estación Espacial Internacional necesitó de 40 despegues. “No es una locura. Eso nos sorprendió un poco”, afirmó.
La propuesta es similar a la bóveda de semillas de Svalbard (Noruega), que almacena más de 1,000,000 de muestras de todo el mundo.
El desafío de la conservación
Con temperaturas de -25 grados Celsius (15 grados Fahrenheit), la Luna ofrece condiciones para almacenar muestras que deben permanecer muy frías y tranquilas durante cientos de años.
Para ser criopreservadas, las semillas deben enfriarse a -180 grados Celsius (-292 F) y las células madre deben mantenerse a -196 (-320 F).
Para evitar que las partes metálicas de la base se congelen, los investigadores proponen usar la levitación cuántica. En este proceso, dos piezas están unidas a una distancia fija gracias a un poderoso imán que permite transferir la energía.
El diseño del arca del equipo utiliza este fenómeno para hacer que los estantes de muestras floten sobre superficies metálicas y hacer que los robots naveguen por las instalaciones por encima de las pistas magnéticas.
“Es como si estuvieran bloqueados por cuerdas invisibles. Cuando se alcanzan temperaturas criogénicas, suceden cosas extrañas. Algunas de ellas parecen simplemente mágicas, pero se basan en principios físicos probados en laboratorio que están al límite de nuestra comprensión”, dijo Thanga.